“La nueva generación de empresarios alemanes quiere asumir responsabilidades”. Esta es la primera conclusión que arrojó una investigación que forma parte de una serie de estudios llamada “La próxima generación de empresarios de Alemania“, realizada por el Instituto de Friedrichshafen para la Empresa Familiar (Friedrichshafener Institut für Familienunternehmen – FIF).
El informe es fruto de una encuesta realizada en un universo de más de 1.625 respuestas con el fin de relevar el marco de valores, actitudes, planes empresariales y la formación que busca la generación sucesora. De la encuesta participó la joven generación de empresas familiares de todos los tamaños, desde pequeñas empresas hasta grandes compañías con actividad internacional. La investigación cobra especial interés en un momento en el cual la economía alemana y sus empresas se encuentran atravesando la transformación que generaron los impactos de la pandemia y la posterior guerra en Ucrania. Entre ellos, la denominada “Energiewende” hacia un modelo de negocios basado en la sustentabilidad pero también con un claro foco en la digitalización.
“La próxima generación de empresarios de Alemania está mejor formada que nunca y abierta a diversas opciones. Los sucesores potenciales pueden asumir funciones importantes como consejeros delegados, miembros del consejo asesor o accionistas. Los modelos de sucesión se han diversificado en los últimos años”, afirma Stefan Heidbreder, director General de la Family Business Foundation. “Independientemente del papel que asuman más adelante, los sucesores potenciales se sienten estrechamente vinculados a la empresa familiar”.
Cabe recordar que gran parte de las empresas familiares son los denominados “hidden champions“. Se trata de empresas que facturan entre 50 millones de euros y hasta 200 millones de euros. Su negocio está basado principalmente en la venta al exterior. En su conjunto, este tipo de empresas suelen ser consideradas la columna vertebral de la economía más grande de Europa.
Los nuevos CEO sub 40
El modelo clásico de sucesión, según el cual un miembro de la familia asume la responsabilidad exclusiva de la gestión, está perdiendo importancia. Sólo el 29% de los encuestados afirma que los consejeros delegados deben proceder necesariamente de la familia accionista. Esto supone una media del 4,3% menos que hace diez años. El 22% opina que sólo un miembro de la familia puede ser consejero delegado. Mientras tanto, el 61,2% de los consultados ve probable que un equipo de miembros de la familia y no familiares asuma la dirección.
La generación más joven está decidida a asumir más responsabilidades en la empresa. El 71% de los encuestados ve probable ser director general de la empresa familiar, antes de cumplir los 40 años. La disposición a tomar el relevo ha aumentado significativamente en un 91% de media en los últimos diez años. Al mismo tiempo, traen consigo la autoconfianza empresarial. Más del 81% de los consultados confía en que una empresa dirigida por ellos también tendrá éxito. “A pesar de todas las profecías catastrofistas, hay una generación de empresarios preparados y capaces de asumir responsabilidades”, afirma Heidbreder.
La alarma: la escasez de trabajadores calificados
La próxima generación de empresarios alemanes quiere marcar sus propios objetivos. “En el análisis de las actitudes valorativas, así como de los planes de futuro para la empresa familiar, queda claro que la próxima generación de empresarios, por un lado, valora mucho sus raíces, la tradición y lo existente y se siente responsable de ello”, afirma el autor del estudio, el Prof. Dr. Reinhard Prügl. “Por otro lado, la próxima generación de empresarios también planea marcar nuevos objetivos empresariales”.
En concreto, la próxima generación de empresarios ve enormes oportunidades en la digitalización y la cooperación con empresas de nueva creación. Se trata sobre todo de desarrollar soluciones digitales (75%) y nuevos modelos de negocio (62%). Los sucesores aceptan conscientemente que trabajar con empresas start-ups también puede implicar diferencias culturales con respecto a una empresa familiar establecida. En cuanto al mayor reto para las empresas familiares en los próximos diez años, la mayoría de los consultados en el estudio coincide: la escasez de trabajadores cualificados.
Una generación de empresarios apolítica
El estudio también muestra que los valores y la responsabilidad son cada vez más importantes para los sucesores. El acuerdo con la afirmación “tener la conciencia tranquila” aumentó continuamente (83%), así como con la afirmación “vivir de forma que no se perjudique al prójimo” (90%). El compromiso político, en cambio, pierde mucha importancia: sólo el 30% de los representantes de la próxima generación quiere implicarse políticamente (menos 21%).
No resulta claro en el artículo sobre los jóvenes herederos de las empresas alemanas si “el prójimo” a quien no se desea dañar es el alemán que vive cerca o si se trata de la intención de no dañar en escala mundial el entorno. A mí me preocupa el modelo de crecimiento que se sigue persiguiendo en las economías a nivel amplio. Debería encontrarse una forma de desacelerar el crecimiento, de acostumbrarse a usar menos. El ser humano deberá contentarse con menos de lo que implica la intención de usar energías renovables en vez de las no renovables, en la producción de mercancías y en el traslado de las mismas y de personas ociosas, mientras que se sigue usando la misma o mayor cuantía de energías.
Desde comienzos de agosto veo en la Plaza Lavalle y ante el Palacio del Congreso argentino un grupo de kollas del Jujuy que reclaman poder seguir viviendo donde y como lo hicieron durante siglos, ya arrinconados cada vez más por terratenientes legales y oficialmente reconocidos como dueños de la tierra. La posesión que reclaman estos moradores no se certifica con papeles y sellos, pero de hecho se remonta a largos años, y es prístina en los lugares de donde proceden. Desde tiempos del presidente Perón el Estado se burla de los “Malones de la Paz” que han llegado para reclamar su derecho sobre la tierra. Ahora se los expulsa en función del litio que se piensa extraer en Jujuy. Ahí están implicadas empresas alemanas, se lo necesita para alimentar baterías “sustentables”. Sustentables para quien no será expulsado de su tierra o privado del agua que la irriga, pero ¿qué pasa con “el prójimo” que la habita ahora? Caerá en manos de un estado que desde hace mucho lo “invisibiliza”, no lo ve, no le responde y no lo considera ciudadano con sus propios derechos constitucionales ni como ser humano que merece respeto, precisamente como prójimo. ¿De veras los jóvenes líderes de empresas alemanas –en la medida que se trata de usar energías “renovables”– piensan respetar el derecho al agua y a la tierra que reclaman este grupo u otros semejantes en otros lugares, tan lejos que viven, tan poco apoyados por los políticos del país que los incluye? Mi generación (estoy en los 80) no ha siquiera intentado lo que se reclama desde hace décadas: achicar gastos y pretensiones. La pandemia mostró cómo la interrupción de los viajes de placer y los transportes globales ayudó a que se regenere la naturaleza. De esto ya nadie parece acordarse, y menos muchos de los jóvenes. Parece que sienten que aun no han podido exprimir toda la savia a esta pobre tierra y que les corresponde su turno, cuando ya convendría que busquemos otras satisfacciones que el éxito destructor.