El Gobierno de Alemania anunció un nuevo paquete de medidas que busca enfrentar dos problemas estructurales al mismo tiempo: la creciente escasez de mano de obra y el envejecimiento acelerado de su población. A partir del 1° de enero de 2026, los jubilados que decidan mantenerse activos podrán cobrar hasta EUR 2.000 (US$ 2.330) mensuales en concepto de ingresos laborales sin pagar impuestos. La iniciativa fue presentada como parte del llamado “otoño de reformas” impulsado por la administración de Friedrich Merz y cuenta con apoyo parlamentario suficiente para ser aprobada.
La medida, bautizada como “plan de pensión activa”, forma parte de un conjunto de reformas estructurales que, según el Ejecutivo, tienen como objetivo “retener la experiencia en las empresas y sostener el sistema de pensiones sin aumentar la edad legal de retiro”.

Un beneficio fiscal con impacto laboral
El esquema exime de impuestos ingresos laborales de hasta EUR 2.000 (US$ 2.330) mensuales para personas jubiladas. No obstante, mantiene el requisito de aportar al sistema de seguridad social, tanto para empleados como para empleadores. Con esto, el gobierno busca reforzar las finanzas públicas vinculadas a salud y previsión, sin dejar de incentivar la contratación de trabajadores mayores.
La edad legal de retiro se mantiene en 67 años, aunque con la posibilidad de jubilarse a los 63 con beneficios reducidos. La reforma no modifica ese régimen, sino que introduce un estímulo para quienes desean —y están en condiciones de— continuar trabajando tras su retiro formal.

Un costo millonario con retorno proyectado
Según las estimaciones oficiales, la exención impositiva representará un costo fiscal anual de EUR 890 millones (US$ 1.040 millones). Sin embargo, el Instituto de la Economía Alemana (IW Institute) advierte que la cifra real podría alcanzar los EUR 1.400 millones (US$ 1.631 millones) si la adhesión supera las proyecciones. Se calcula que alrededor de 340.000 personas podrían verse beneficiadas en el corto plazo.
Para el economista Holger Schmieding, el impacto podría ser positivo a mediano plazo si la reactivación del empleo y el aumento de las contribuciones compensan la pérdida fiscal. Además, sostiene que el plan puede tener un efecto simbólico importante al “revalorizar la contribución social de los mayores”.
Precedentes y riesgos
Alemania no es el primer país en avanzar en este tipo de reformas. En Grecia, una medida similar —que permitía mantener la pensión completa y tributar solo el 10% por ingresos adicionales— multiplicó por siete la cantidad de jubilados activos en un solo año, pasando de 35.000 en 2023 a más de 250.000 en 2024.
Sin embargo, el modelo alemán presenta diferencias en escala, cultura laboral y marco institucional. El nuevo plan también despierta críticas: algunos analistas temen que la permanencia de trabajadores seniors en el mercado complique el acceso de jóvenes a puestos clave, o que las empresas prioricen a perfiles con experiencia a menor costo en detrimento de trabajadores en etapas tempranas de su carrera.
También existe una preocupación fiscal: si la respuesta social a la medida es mayor a la esperada, el déficit previsional podría ampliarse en un contexto de presión sobre el gasto social.

Una apuesta al capital humano sénior
Actualmente, Alemania registra una de las jornadas laborales más reducidas de la OCDE y un crecimiento sostenido del empleo a tiempo parcial, que alcanza al 30% de la fuerza laboral. Frente a este panorama, el gobierno apuesta por prolongar la vida laboral de quienes aún pueden aportar conocimiento, productividad y estabilidad.
El plan también busca aprovechar la transferencia de “know-how” de los trabajadores mayores y mitigar la pérdida de capital humano en sectores como ingeniería, salud y oficios técnicos, donde la escasez de personal calificado es especialmente crítica.

Una política con múltiples frentes
El éxito del “plan de pensión activa” dependerá de su capacidad para integrarse con otras políticas de empleo, como programas de formación continua, mejoras en ergonomía laboral y esquemas que favorezcan la inclusión sin segmentar el mercado por edad. En definitiva, la propuesta combina incentivo fiscal, sostenimiento del sistema y revalorización del trabajo senior. A falta de soluciones mágicas, Alemania opta por el pragmatismo: monetizar la experiencia para amortiguar los efectos de una transición demográfica que ya es una realidad.





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