Buenos Aires (AT) – En Alemania, casi un tercio de la fuerza laboral se retirará antes de 2036. La proyección ha encendido las alarmas en diversos sectores, ante la falta de reemplazo generacional. En este contexto, los trabajadores jubilados se están convirtiendo en un recurso clave. Casos como el de Hartmut Hiller, un jardinero de 71 años que trabaja en un pequeño emprendimiento en Starnberg, ilustran un fenómeno en expansión: personas mayores que, pese a haber alcanzado la edad de retiro, continúan trabajando por necesidad, por vocación o por ambas razones.

Demografía, economía y urgencia
El núcleo del problema es demográfico. La generación de los llamados baby boomers —nacidos entre 1955 y 1970— comienza a retirarse masivamente. Según datos del Arbeiterwohlfahrt Landesverband Bayern, un 21% de los mayores de 65 años en Baviera está en riesgo de pobreza. En el caso de las mujeres, una de cada cuatro se encuentra en situación de vulnerabilidad económica.
Este contexto ha impulsado a muchas personas a mantenerse activas laboralmente. “La renta es ajustada. No quería quedarme sentado sin hacer nada”, explica Hiller. Su ingreso le permite cubrir pequeños extras, como visitar a sus nietos en Noruega.

El trabajo como refugio
Para muchos adultos mayores, el empleo es más que un ingreso: representa una rutina, un propósito y un entorno de contención. “Mientras pueda, voy a seguir”, afirma Hiller, quien destaca que el equipo en el que trabaja se ha transformado en una especie de familia. La actividad física y el contacto social también son factores valorados. Angelika Gradl, otra trabajadora de 71 años que se incorporó al mismo vivero a través de la plataforma “Talente in Rente”, lo resume así: “Estar al aire libre, moverme, sentir que soy útil… eso me hace bien”.

La mirada empresarial: experiencia y compromiso
Algunos empleadores han comenzado a valorar especialmente la contribución de estos trabajadores. El dueño de “Garten Starnberg”, el vivero donde trabajan Hiller y Gradl, asegura que las personas mayores son más confiables, amables y tienen una afinidad natural con una clientela de edad similar. “Muchas veces son mejores que los jóvenes para tareas puntuales”, sostiene. Para facilitar su integración, se priorizan horarios flexibles y tareas físicamente posibles.
En la actualidad, ya hay 160.000 personas en edad jubilatoria con empleos registrados en Baviera. Este fenómeno no solo resuelve necesidades individuales, sino que también ayuda a cubrir vacantes en sectores críticos como logística o almacenamiento, donde ya se registran cuellos de botella.

La propuesta institucional: modelos justos y sostenibles
Bertram Brossardt, director general de la Vereinigung der Bayerischen Wirtschaft (vbw), ha sido claro: “Estamos entrando en una trampa demográfica. Necesitamos modelos voluntarios y justos para que quienes quieran seguir trabajando puedan hacerlo”. La propuesta de la vbw incluye la creación de condiciones laborales adecuadas para quienes se reintegren tras la jubilación, y el desarrollo de plataformas que conecten oferta y demanda.
Una de estas iniciativas es “Talente in Rente”, promovida por el Bildungswerk der Bayerischen Wirtschaft. Allí, personas jubiladas pueden registrarse y buscar empleos de medio tiempo o tareas puntuales. Su funcionamiento apunta a conectar competencias con necesidades específicas del mercado.

Los límites del sistema: entre la flexibilidad y la precariedad
Sin embargo, el auge de esta modalidad también expone debilidades estructurales. Muchos de estos empleos son minijobs, una forma de contratación que, si bien ofrece cierta flexibilidad, implica restricciones importantes. El ingreso máximo permitido es de EUR 556 mensuales (US$ 625) y no se generan derechos plenos en términos de seguridad social: no hay aporte a seguros de desempleo ni cobertura de salud o dependencia. Aunque los minijobs están equiparados en derechos laborales básicos (como salario mínimo y vacaciones), en lo relativo a protección social, son claramente limitados.
Además, salvo que el trabajador opte por aportar voluntariamente a la jubilación, no mejora su pensión futura. En muchos casos, quienes ya se han retirado se ven obligados a trabajar, pero lo hacen desde una posición precaria.

Voluntariado: una veta desaprovechada
Más allá del trabajo remunerado, existe también un debate en torno al rol de las personas mayores en el voluntariado. Municipios como Fürth exploran cómo aprovechar el tiempo y la experiencia de los jubilados en proyectos comunitarios. La falta de coordinación profesional, infraestructura accesible y plataformas digitales adecuadas obstaculiza este potencial. Las formas tradicionales de voluntariado —ligadas a la iglesia o la asistencia social— coexisten con nuevas formas más informales, que todavía no reciben suficiente apoyo estatal.

¿Y en Argentina, qué?
Aunque las condiciones laborales, económicas y previsionales entre Alemania y Argentina son muy distintas, el envejecimiento poblacional es un fenómeno compartido. En Argentina, según datos del INDEC, la proporción de mayores de 65 años superó el 11% en 2022 y va en ascenso. A esto se suma una jubilación mínima que frecuentemente no alcanza a cubrir la canasta básica de un adulto mayor.
Frente a este panorama, también crece en Argentina la figura del jubilado que sigue trabajando. Ya sea como cuentapropista, en empleos informales o bajo modalidades flexibles, el fenómeno plantea desafíos similares: cómo garantizar que estas personas no solo puedan seguir activas, sino hacerlo en condiciones dignas. Las experiencias alemanas —tanto en empleo como en voluntariado— pueden servir como espejo, inspiración o advertencia.

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