Una escena insólita se mantiene desde hace meses en el mar Báltico. Frente a la costa de Alemania, en Rügen, un petrolero de bandera panameña continúa detenido sin rumbo definido ni puerto de destino. Se trata del Eventin, un buque que partió de Rusia a comienzos de 2025 con 100.000 toneladas métricas de petróleo rumbo a Egipto y que sufrió una avería en su sistema de propulsión. Lo que en principio parecía una emergencia técnica derivó en un caso con implicancias judiciales, diplomáticas y ambientales.
El Eventin fue remolcado por Alemania a principios de año, cuando las autoridades confirmaron que transportaba crudo ruso y que figuraba en la lista de la “flota fantasma” elaborada por Greenpeace, que agrupa embarcaciones vinculadas al comercio de petróleo sancionado por la Unión Europea (UE). Desde entonces, el barco permanece anclado en aguas internacionales, bajo custodia alemana, mientras los tribunales deciden su futuro.
Un buque inmóvil y una tripulación atrapada
Según la emisora pública NDR, el barco lleva más de diez meses detenido con una tripulación de 16 marineros procedentes de India y Georgia, que reciben suministros periódicos para sobrevivir. Alemania lo alejó de su costa por precaución, ante el temor de un posible derrame o de que el buque intentara ingresar a territorio europeo con petróleo sancionado.

El Eventin había zarpado del puerto ruso de Ust-Luga con destino a Port Said, en Egipto. Sin embargo, nunca llegó a descargar su cargamento, valorado en unos EUR 40 millones. Las autoridades de aduanas y medio ambiente alemanas defendieron la incautación preventiva del buque y del petróleo a bordo, con el objetivo de evitar un desastre ecológico y garantizar el cumplimiento de las sanciones europeas.
En febrero, la UE incluyó oficialmente al Eventin en su lista de petroleros sancionados por transportar crudo ruso. Un mes después, Alemania incautó la nave y su carga, lo que desencadenó una batalla legal que todavía continúa. Desde mayo, el caso está paralizado en el Tribunal Fiscal Federal y en el Tribunal General de la UE, a la espera de una sentencia que podría conocerse antes de fin de año.
Debate ambiental y tensiones políticas
La situación del Eventin preocupa también a las organizaciones ecologistas, que exigen el desguace inmediato del barco para evitar riesgos de contaminación. Argumentan que el prolongado anclaje sin mantenimiento puede generar filtraciones o accidentes en una zona de alta sensibilidad ambiental.

Mientras tanto, la compañía propietaria del buque sostiene que ingresó a aguas europeas por una emergencia técnica y no por voluntad propia. Alega que la carga no es petróleo pesado sancionado, sino un tipo de combustible refinado que no estaría alcanzado por las restricciones impuestas a Rusia tras la invasión de Ucrania. Por eso, reclama que el barco y su tripulación sean liberados y que se permita su salida hacia Egipto o un puerto neutral.
Las autoridades alemanas no comparten esa versión. Consideran que la documentación del buque es ambigua y que el cargamento podría violar las sanciones de la UE. La Oficina Central de Aduanas de Stralsund apeló la suspensión temporal de la confiscación aduanera y reactivó el proceso judicial. Según fuentes citadas por NDR, los peritajes recientes apuntan a que la carga podría corresponder a otro tipo de petróleo, aún no identificado ni certificado como permitido.
Una causa envuelta en secretismo
El caso está rodeado de un inusual nivel de hermetismo. El despacho de abogados de Hamburgo que representa a la compañía propietaria se ha negado a hacer declaraciones públicas, mientras que las autoridades alemanas mantienen bajo reserva los informes técnicos sobre el tipo de crudo.
El Eventin se convirtió en un símbolo de la complejidad de las sanciones contra Rusia, que buscan limitar las exportaciones de energía sin afectar la seguridad ambiental ni los derechos marítimos internacionales. El conflicto entre la aplicación estricta de las normas europeas y las necesidades humanitarias de la tripulación mantiene al barco en una especie de limbo legal.
Fuentes cercanas al proceso admiten que el caso podría prolongarse varios meses más. La justicia deberá determinar si el ingreso del buque al espacio europeo fue forzado por una emergencia o si hubo intención de violar el embargo al petróleo ruso. De esa decisión dependerá el destino del cargamento y de la embarcación.



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