Buenos Aires (AT) – Austria destina actualmente cerca de EUR 10.000 millones (US$ 11.717 millones) al año a la importación de petróleo, gas y carbón. La mayor parte de esa suma se destina a comprar petróleo crudo, sobre todo para abastecer el transporte. Con un plan progresivo de reemplazo por fuentes renovables, esa dependencia podría reducirse significativamente y, con ella, el flujo de divisas hacia el exterior.

El impacto de los conflictos en los precios
El reciente conflicto en Medio Oriente volvió a exponer la vulnerabilidad de Austria ante las crisis internacionales vinculadas a los combustibles fósiles. Luego del ataque israelí al territorio iraní el 13 de junio, el precio del petróleo tipo Brent subió de US$ 68 a US$ 78 por barril, mientras que el gas natural se encareció un 15 % en la bolsa de Ámsterdam (TTF) en apenas unos días.
Aunque Austria no importa crudo directamente desde Irán, el efecto en el mercado global fue inmediato. Según estimaciones de los institutos económicos Wifo e IHS, una suba de US$ 10 por barril reduce el PBI austriaco en 0,15 %. Si el precio hubiese trepado a US$ 150, como se temía en un escenario más grave, la pérdida económica habría rondado los EUR 3.400 millones (US$ 3.990 millones).

Propuesta del gobierno y visión de largo plazo
Ante este escenario, el canciller Christian Stocker (ÖVP) y el vicecanciller Andreas Babler (SPÖ) anunciaron esta semana un mecanismo para contener los aumentos extremos en los precios de la energía. Sin embargo, esta medida sólo mitiga los efectos inflacionarios, sin modificar la raíz del problema: la necesidad de importar energía a alto costo.
Christoph Dolna-Gruber, analista de la Agencia de Energía de Austria (Austrian Energy Agency), planteó que el país podría reducir hasta un 50 % de su consumo fósil en los próximos diez años utilizando tecnologías ya disponibles. Según sus cálculos, eso equivaldría a un ahorro de EUR 5.000 millones (US$ 5.867 millones) anuales, casi tanto como el presupuesto nacional para seguridad interna.

Transporte, calefacción e industria: tres frentes clave
El 84 % del petróleo importado en Austria se destina al transporte, y sólo un 8 % a calefacción doméstica. Reemplazar ese volumen con vehículos eléctricos y sistemas de calefacción como bombas de calor permitiría avanzar rápidamente en la reducción del crudo importado.
En el caso del gas, el reemplazo es más complejo. El 40 % se utiliza para generar electricidad y calefacción centralizada; el resto, en hogares e industrias. En sectores industriales que requieren temperaturas muy altas, como la siderurgia o la cerámica, todavía no hay soluciones viables a gran escala. Pero para los hogares sí existen alternativas eléctricas que podrían reducir el consumo.

Menos emisiones, más producción local
El reemplazo de fuentes fósiles por energías renovables no sólo representa un paso hacia la descarbonización, sino también un giro económico. La electricidad en Austria proviene en más de un 70 % de fuentes limpias —hidráulica, solar y eólica— y se genera mayormente en el país, lo cual evita la salida de divisas y mejora la balanza comercial.
Además, las inversiones en redes eléctricas, almacenamiento, vehículos eléctricos y energías renovables se quedarían en Austria. Si bien muchas tecnologías, como los paneles solares, se importan —sobre todo desde China—, la infraestructura y el mantenimiento generarían empleo e ingresos internos.

Aún queda camino por recorrer
Pese a los avances, la transición energética no es inmediata. En 2023, se vendieron 7,4 millones de toneladas de combustible en Austria, frente a 8,9 millones en 2019. Esta caída se explica en parte por el descenso del “turismo de tanqueo”, ya que el precio del combustible subió por mayores impuestos. También influyó el crecimiento lento pero constante de los autos eléctricos.
En materia de gas, los datos son mixtos. En 2023, el consumo cayó un 20 % respecto de la media previa a la guerra en Ucrania, pero este año se espera que la reducción sea de sólo 10 %, debido a factores como la sequía, que obligó a reactivar centrales térmicas a gas.
Más allá de la coyuntura, lo que muestra el ejemplo austríaco es que los costos de no hacer nada pueden ser más altos que los de actuar. Como señaló Dolna-Gruber, “quien hace bien las cuentas, impulsa la transición; quien recorta incentivos, debe asumir que también genera costos”.

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