Buenos Aires (AT) – La industria y el transporte, al abrazar las energías renovables, han desencadenado una creciente demanda de metales esenciales, como el litio. En el sur de Austria y en la frontera germano-checa, proyectos de extracción de litio prometen empleo y desarrollo económico, pero también enfrentan resistencia. En Serbia, protestas masivas lograron la cancelación de un proyecto similar, evidenciando preocupaciones sobre la degradación del paisaje y la contaminación ambiental.
La iniciativa de extraer litio en Europa para abastecer la creciente necesidad de baterías de energía renovable plantea cuestionamientos sobre la autenticidad del compromiso sostenible. Mientras empresas y políticos resaltan el desarrollo económico y planes de minería sostenible, críticos cuestionan si estos esfuerzos son verdaderamente un paso hacia la sostenibilidad o simplemente un “lavado verde”.
La evolución del concepto de sostenibilidad
La historia revela que la sostenibilidad no siempre estuvo vinculada a la protección del medio ambiente. Originalmente, era un principio de gestión desarrollado en las regiones mineras. La gestión forestal sostenible, formulada por el funcionario minero Carl von Carlowitz en 1713, estaba destinada a asegurar el suministro de madera a minas y fundiciones. En sus inicios, la sostenibilidad no se centraba en la ecología, sino en la protección de una industria frágil.
A lo largo de los siglos, el concepto de sostenibilidad evolucionó, pasando de proteger árboles y minerales a garantizar el crecimiento económico a largo plazo. Sin embargo, en el siglo XX, el enfoque cambió hacia la prevención de impactos negativos de la industria en el medio ambiente. Críticos argumentan que, a pesar del lenguaje de sostenibilidad, la obsesión por el crecimiento económico perpetúa un camino insostenible. La incorporación de la sostenibilidad como directriz corporativa, aunque positiva, puede, según algunos, enmascarar la realidad insostenible de ciertos modelos de desarrollo.
Un vistazo al pasado preindustrial
En medio de la urgencia por abordar los desafíos del siglo XXI, surge la pregunta: ¿es posible contemplar los recursos más allá de la lógica convencional de crecimiento económico y mitigación de daños ambientales? La exploración de perspectivas preindustriales ofrece un punto de partida intrigante. Aunque las condiciones históricas difieren, es revelador indagar en épocas anteriores en busca de conceptos frescos que puedan informar la dinámica entre el ser humano y el medio ambiente.
Carolyn Merchant es una destacada historiadora de la ciencia y filósofa ambiental estadounidense, nacida en 1936. Se ha destacado por sus contribuciones al campo del ecofeminismo y sus investigaciones sobre la relación entre la humanidad y el medio ambiente a lo largo de la historia.
Su libro The Death of Nature: Women, Ecology, and the Scientific Revolution (La muerte de la naturaleza: mujeres, ecología y la revolución científica), publicado en 1980, es considerado un clásico en los estudios de historia ambiental y ecofeminismo. En él, Merchant examina la evolución del pensamiento científico desde la época medieval hasta la Revolución Científica, destacando cómo las concepciones patriarcales y dualistas influyeron en la percepción de la naturaleza como algo pasivo y sujeto a dominio.
Merchant, señala un cambio de paradigma interesante que data del siglo XVII. En ese tiempo, la Tierra se concebía como un ser vivo, y esta percepción impactaba directamente en la explotación de recursos minerales. Un ejemplo revelador es el texto “Iudicium Iovis” escrito por el humanista Paul Schneevogel alrededor de 1475 en los Montes Metálicos de Bohemia.
En este relato, la Madre Tierra comparece ante un juicio divino, lamentando que el hombre, al explorar sus entrañas, casi la haya aniquilado. La metáfora de la minería como un acto de filicidio resuena de manera sorprendente. En el juicio, Júpiter absuelve al hombre, dejando impune su supuesto crimen.
Nuevos desafíos éticos
Aunque la actual feminización de la Tierra plantea desafíos, especialmente en el ecofeminismo, el antiguo relato estimula la imaginación. ¿Cómo sería la voz de la Tierra si pudiera expresarse en términos humanos? ¿En qué foro legal podría abogar y contra quién dirigiría sus acciones legales? Estas preguntas provocan reflexiones sobre la necesidad de establecer nuevos tabúes en nuestras interacciones con la Tierra, desafiando las percepciones convencionales y explorando caminos éticos innovadores para enfrentar los retos ambientales contemporáneos.
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