Buenos Aires (AT) – Las redes sociales se han convertido en un nuevo púlpito. Mientras la membresía formal en iglesias y comunidades religiosas sigue cayendo en Alemania, un fenómeno paralelo crece con fuerza: la aparición de influencers que hablan de religión, espiritualidad y vida cotidiana frente a audiencias cada vez más amplias. Algunos lo hacen con mensajes de esperanza y apertura. Otros, con discursos que rozan o directamente promueven la radicalización.
Lucie Gerstmann, de 23 años, lo vive en primera persona. Hace poco subió un video a redes donde, mientras cortaba una mango en su cocina, reflexionaba sobre el concepto cristiano de “amor al prójimo”. Recibió 77.000 visualizaciones y decenas de comentarios positivos. “Me sorprendió la repercusión”, contó. Sus videos son breves, simples y sin jerga teológica. Habla de pasajes bíblicos o de su experiencia de fe. Aunque produce sola, recibe apoyo de la Iglesia Evangélica Regional.

Un monje influencer y la religión del día a día
Otro caso destacado es el de Pater Gabriel Wolf, un monje benedictino del monasterio de Windberg, en Baja Baviera. Más de 11.000 personas lo siguen en TikTok, donde publica clips sobre temas variados: desde rituales litúrgicos hasta catas de cerveza en el jardín del convento. “Lamento que tan pocos en la Iglesia hagan esto”, dijo. Su objetivo es mostrar que la vida monástica también puede ser cercana, humana y hasta divertida.
Estos ejemplos muestran el costado luminoso del fenómeno: la posibilidad de acercar lo religioso a nuevas generaciones, en sus propios lenguajes y formatos. Pero no todos los canales religiosos en redes sociales difunden mensajes de paz o inclusión.

Cuando la fe se vuelve trinchera
Jasmin Neubauer y Jana Highholder son dos de las influencers cristianas más populares de Alemania. Cada una supera los 70.000 seguidores. Pero su mensaje genera controversia: ambas promueven una visión de género tradicional, donde el hombre debe liderar y la mujer “someterse”. Neubauer llegó a compartir contenidos del canal derechista “Ketzer der Neuzeit”, y en un video aparece mencionando en tono favorable a Alice Weidel, copresidenta de la AfD.
Claudia Paganini, teóloga y especialista en ética de medios, advirtió que estos mensajes pueden ser más peligrosos de lo que parecen: “Las posturas antifeministas y excluyentes suelen estar asociadas a posiciones de extrema derecha. Pero como el tono es amable, casi familiar, muchos no perciben que están siendo manipulados”.

Islamismo digital: violencia en formato viral
El problema se agrava en ciertos círculos islamistas. Según el Imam Ahmad Popal, con base en Múnich, canales como “Generation Islam” o “Muslim-Interaktiv” llegan a miles de jóvenes. “Algunos de estos predicadores son tan populares como estrellas de fútbol”, afirmó. Sus mensajes, basados en interpretaciones extremas del Corán, suelen ser abiertamente sexistas, homofóbicos o antisemitas.
Florian Volm, del Servicio de Inteligencia de Baviera, explicó que muchos de estos contenidos refuerzan una narrativa de victimización: “Se presentan como víctimas de un mundo islamofóbico, lo que construye enemigos imaginarios. En la lógica salafista, eso lleva inevitablemente a justificar la violencia”.
Popal trabaja para ofrecer una imagen distinta del Islam. Tiene 38.200 seguidores en TikTok, donde comparte consejos de vida y responde consultas, especialmente de mujeres musulmanas. “Mi objetivo es mostrar un Islam que no distingue entre judíos, cristianos y musulmanes”, dijo.

Visibilizar el judaísmo desde las redes
También hay quienes usan estas plataformas para combatir prejuicios. Es el caso de Tanya Raab, joven judía liberal y feminista, que administra el perfil “oy_jewish_mamma” en Instagram, seguido por 17.500 personas. Raab muestra su vida cotidiana como mujer judía en Alemania: comidas kosher, vida cultural, y hasta sus frustraciones amorosas.
“Mis padres me enseñaron a ocultar lo judío. Yo quiero romper con eso”, contó durante la presentación de su libro en la Feria del Libro de Leipzig, donde se mostró con una kipá. Su objetivo es ayudar a que las personas no judías pierdan el miedo al desconocimiento. “No hay que esconderse por tener fe”, dijo.

¿Un nuevo desafío para las religiones tradicionales?
La posibilidad de llegar a millones con un solo video representa una oportunidad inédita para las religiones institucionales. Pero también plantea preguntas urgentes: ¿quién regula los discursos religiosos en redes? ¿Hasta qué punto es libre expresión y cuándo se convierte en manipulación o apología de la violencia?
Los líderes tradicionales, como Pater Gabriel o el Imam Popal, ven las redes como un campo de misión moderna. Pero insisten en que, frente al crecimiento de discursos radicales, no alcanza con “estar presentes”: hace falta una estrategia ética y pedagógica clara.
Como señaló Paganini, “el desafío no es solo combatir el odio, sino también ofrecer narrativas que abracen la diversidad, el respeto y el pensamiento crítico”. En otras palabras, hacer que la fe no sea solo viral, sino también responsable.

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