Buenos Aires (AT) – Christian Sewing, director Ejecutivo de Deutsche Bank, lanzó una advertencia clara: los alemanes deben trabajar más. Durante una conferencia en Fráncfort, mencionó que el país enfrenta dificultades económicas y que una de las soluciones pasa por incrementar las horas laborales. “Volvamos a trabajar tan duro como el promedio de la UE”, expresó, según Bloomberg.
Esta semana, Volkswagen, la mayor empresa de Alemania, sorprendió al señalar que contempla cerrar fábricas por primera vez en su historia. Al mismo tiempo, Intel está reconsiderando su inversión de EUR 32 mil millones en una nueva planta en el país. Estos movimientos reflejan los problemas económicos de fondo: años de crecimiento lento, pedidos industriales en caída e inversiones insuficientes. Además, el escenario político añade incertidumbre con el ascenso del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania en las elecciones regionales.
Sewing subrayó la diferencia en las horas de trabajo entre Alemania y el promedio de la Unión Europea. Mientras que la media de la UE es de 36,1 horas semanales, los alemanes trabajan solo 34 horas. Países como Grecia registran semanas laborales más largas, con 39,8 horas, y Estados Unidos, principal competidor industrial de Alemania, tiene un promedio de 36,4 horas.
Un panorama complicado para la economía alemana
Sewing, quien lidera Deutsche Bank desde 2018, ha insistido en la necesidad de realizar cambios profundos para evitar que Alemania sea vista como “el hombre enfermo de Europa”. Según él, los inversores han empezado a dudar de la capacidad del país para recuperarse. “Nos dicen desde hace más de un año que no confían en la capacidad de Alemania y Europa para rendir, y lo que es peor, en su voluntad para hacerlo”, comentó Sewing. “Debemos recordarle a nuestra ciudadanía que es necesario hacer más”.
Esta crisis tiene raíces profundas. Alemania, que en su momento fue una potencia industrial y el motor de la economía europea, ha enfrentado múltiples desafíos en los últimos años. La crisis energética derivada de la invasión rusa a Ucrania disparó los precios, mientras que las elevadas tasas de interés afectaron la construcción y redujeron el poder adquisitivo de la población. Además, la esperada recuperación de China, su principal socio comercial, no ha sido tan rápida como se pensaba, lo que ha contribuido a la desaceleración económica y generado preocupación sobre una posible desindustrialización.
Los retos del futuro inmediato
El país enfrenta otros problemas como una productividad laboral estancada, una fuerza laboral envejecida y una burocracia que dificulta la toma de decisiones. A nivel industrial, Alemania también ha perdido terreno frente a China en la carrera por los autos eléctricos. Aunque los principales fabricantes de automóviles alemanes anunciaron grandes planes para expandirse en ese sector, muchos de ellos han reducido sus ambiciones.
Empresas como BASF buscan alternativas fuera del país. La multinacional química decidió invertir EUR 10 mil millones en una nueva planta en China, señalando que la rentabilidad en Alemania ya no era la que solía ser. La empresa también recortó miles de empleos en territorio alemán.
El panorama no es alentador, pero existen algunas fortalezas que podrían ayudar a revertir la situación. La tasa de desempleo, por ejemplo, se mantiene bajo control. Sin embargo, el camino hacia la recuperación será largo. Para Sewing, todo comienza con un esfuerzo mayor por parte de los trabajadores alemanes.
“Es indiscutible que la contribución económica de Alemania es crucial para la UE, especialmente en un momento en el que Europa necesita disipar los temores sobre un debilitamiento del crecimiento”, escribió el economista Robert Lind en un informe reciente.
¿Cuánto se trabaja en el mundo?
En los países desarrollados, se tiende a observar una reducción de las horas laborales en comparación con décadas anteriores. Esto responde a una mayor protección laboral, avances tecnológicos que permiten automatizar tareas y políticas que buscan fomentar un mejor equilibrio entre la vida personal y el trabajo.
Por otro lado, en economías en vías de desarrollo o con menor regulación laboral, las jornadas pueden extenderse considerablemente. En algunos países de Asia, como China o India, es común que los trabajadores dediquen entre 50 y 60 horas semanales a sus empleos, a menudo sin recibir una compensación adecuada por las horas extras.
En sectores como la manufactura o la construcción, estas largas jornadas están motivadas por la alta demanda y la necesidad de cumplir con plazos estrictos. Sin embargo, también en estas regiones comienzan a surgir debates sobre la importancia de implementar políticas que limiten las horas laborales, ya que el agotamiento crónico y los problemas de salud derivados de las jornadas extendidas son cada vez más visibles.
En América Latina, las horas de trabajo también varían ampliamente. En países como México, las jornadas pueden ser bastante largas, llegando a superar las 48 horas semanales en algunos casos. En cambio, en otros países de la región, como Argentina o Chile, las regulaciones laborales han promovido un enfoque más equilibrado, con jornadas que rondan las 40 horas semanales, aunque en muchos sectores informales o no regulados estas cifras suelen ser mucho mayores.
El sector tecnológico, particularmente en lugares como Silicon Valley, es un ejemplo interesante de cómo las horas de trabajo pueden fluctuar según la demanda de la industria. En estos entornos, si bien muchas empresas ofrecen flexibilidad, también existen casos donde los empleados dedican gran parte de su tiempo libre a avanzar en proyectos. Esto responde en parte a la alta competitividad de la industria, pero también a una cultura que valora la dedicación extrema al trabajo.
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