El nombre de Jan Marsalek quedó signado para siempre en la historia financiera europea. Ex director de operaciones de Wirecard, desapareció en 2020 tras revelarse un fraude monumental que conmovió a Alemania y a los mercados internacionales. Desde entonces, el estafador es buscado con una orden de captura internacional. Ahora, nuevas investigaciones periodísticas revelan que Marsalek vive en Moscú con identidades falsas y mantiene contacto directo con el FSB, el servicio de inteligencia de Rusia.
El escándalo de Wirecard fue uno de los mayores fraudes financieros de Europa. La compañía, que en su apogeo llegó a superar en valor de mercado a cualquier banco alemán, se derrumbó al descubrirse la falta de casi EUR 2.000 millones en sus balances. Marsalek, figura enigmática y extravagante, no solo quedó acusado de manipular cuentas. También se lo vincula con redes de espionaje, financiamiento de operaciones encubiertas y colaboración con estructuras del poder ruso.
Un fugitivo con múltiples identidades
Las investigaciones muestran que Marsalek habría usado al menos seis identidades falsas tras escapar de Austria. En Moscú se lo conoce como Alexander Nelidow, supuestamente un ciudadano ucraniano con pasaporte ruso tras la anexión del Donbass. Sin embargo, no existen registros de una persona con ese nombre en Ucrania.

El ex directivo fue trasladado en secreto desde Austria a Rusia a través de Bielorrusia en 2020. Desde entonces, su rastro aparece ligado a la capital rusa. Entre enero y noviembre de 2024, una línea telefónica vinculada a Marsalek fue localizada más de 300 veces cerca de la sede del FSB en Moscú. El vínculo con los servicios secretos rusos no se limita a contactos. Testimonios sugieren que el austríaco mantiene una relación con una agente de inteligencia.
Además, Marsalek viajó en repetidas ocasiones a territorios ocupados en Ucrania. Estuvo en la península de Crimea al menos cinco veces desde 2014. Fotografías lo muestran con uniforme militar, lo que alimenta la sospecha de que pudo haber participado en acciones bélicas junto a fuerzas rusas.
Wirecard: del ascenso meteórico a la caída estrepitosa
Wirecard nació como un procesador de pagos para sitios de internet de contenido para adultos. Con el tiempo se convirtió en un gigante tecnológico y financiero con sede en Múnich. Su valor bursátil superó brevemente al de los bancos más grandes de Alemania. Para muchos, representaba el símbolo de una nueva era digital en el sistema financiero europeo.

Todo se derrumbó en 2020 cuando auditores descubrieron un agujero de casi EUR 2.000 millones en sus balances. Marsalek fue señalado como uno de los principales responsables de falsificar informes financieros. Su huida de Austria marcó el inicio de un misterio internacional que todavía no se resuelve.
Durante su gestión en Wirecard, Marsalek cultivó contactos con agencias rusas de inteligencia. Documentos y testimonios sugieren que colaboró con el GRU, la inteligencia militar, y con el SVR, responsable de operaciones en el extranjero. Estas conexiones habrían permitido canalizar fondos hacia zonas de conflicto en Medio Oriente y África. La sospecha más grave es que Wirecard se utilizó como herramienta para operaciones de espionaje ruso, facilitando el financiamiento de misiones encubiertas.
Red de negocios y espionaje
A pesar de estar en la lista de los fugitivos más buscados del mundo, Marsalek siguió moviéndose con habilidad. En 2021 creó una empresa en Londres utilizando un pasaporte checo falso. El emprendimiento, registrado como consultora, operó hasta 2023. Para investigadores, pudo haber funcionado como pantalla para canalizar pagos destinados a redes de inteligencia.

Funcionarios de seguridad occidentales afirman que Marsalek también tuvo vínculos con el Grupo Wagner. Su rol habría sido participar en la reorganización de los negocios de la organización mercenaria en África tras la muerte de Yevgeny Prigozhin. Estas conexiones refuerzan la idea de que Marsalek es más que un fugitivo financiero: se lo considera un activo clave del espionaje ruso.
El alcance de sus actividades podría haber comprometido información sensible de agencias alemanas. Se sospecha que entregó datos sobre el BND, el servicio de inteligencia alemán, y sobre la Oficina Criminal Federal. De confirmarse, se trataría de una de las filtraciones más graves contra la seguridad nacional alemana en décadas.
Mientras tanto, en Alemania avanza el juicio contra Markus Braun, ex director ejecutivo de Wirecard. El proceso busca esclarecer responsabilidades en el fraude a inversores. Sin embargo, las acusaciones de espionaje contra Marsalek todavía no forman parte central de la causa judicial.
El gobierno ruso calificó las denuncias como un intento de “politizar” el caso. Su abogado en Alemania, por su parte, evita responder consultas. Las autoridades austríacas y alemanas continúan la búsqueda junto a organismos internacionales, pero hasta ahora Marsalek se mantiene fuera del alcance judicial.
El caso refleja las tensiones entre Europa y Rusia, pero también expone la fragilidad de los sistemas de control en el mundo financiero. Wirecard no solo fue un fraude millonario. También fue, según sospechas de inteligencia, una herramienta de operaciones encubiertas con impacto en distintas regiones del mundo.
La búsqueda de Marsalek continúa como parte de una cooperación internacional. A los 45 años, sigue moviéndose en la sombra, protegido por estructuras de poder que le permiten desafiar a los organismos judiciales de Europa.



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