sábado, 12 de agosto de 2023

Buenos Aires (AT) – De los muchísimos pioneros alemanes que contribuyeron a la riqueza de la Argentina, la historia de Juan Plate merece un lugar destacado. Un hombre que a fuerza de visión, trabajo y persistencia se adentró en la Patagonia en medio de la Generación del 80 y grabó su nombre a fuego en la historia de Comodoro Rivadavia.

Nacido en Neuhaus, entre el Mar del Norte y la cuenca inferior del río Elba, Juan Plate se formó en Hamburgo. A sus 21 años se embarcó en busca de aventuras y llegó al puerto de Buenos Aires en 1880.

Ya en suelo argentino realizó tareas de lo más variadas: fue auxiliar de una librería y también trabajó para la firma Ellerhorst & Hallman. En paralelo se desarrollaba la Conquista del Desierto, la campaña militar sobre los territorios de los pueblos indígenas pampa, ranquel, mapuche y tehuelche.

Típico campamento del Ejército durante la Campaña del Desierto.

Se estaba produciendo en la Argentina un avance tecnológico en los frigoríficos, el transporte y la cría de ganado. Estas nuevas posibilidades contribuyeron a la transformación de la economía del país y atrajeron capitales extranjeros. Todo esto con la cosmovisión de la llamada Generación del 80, la de las personas decididas a lograr el progreso y la expansión dentro de la estructura de un sistema liberal.

Junto a un amigo de nombre Saga, Plate vio que podría progresar en esa Argentina pujante de finales del siglo XIX. Tal es así que en 1884 fundaron “Plate y Saga”.

Con dinero prestado y algunos ahorros, Plate regresa a su  Alemania natal, donde compra alambre, cerraduras, clavos, herramientas, entre otros ítems. Con esta mercadería su negocio progresó rápidamente: proveían todos los elementos necesarios para alambrar campos, fueron testigos directos del auge de la mensura, adjudicación y escrituración de tierras.

Inversor y colono patagónico

Hacia 1892, su negocio era uno de los más importantes de Buenos Aires. Es entonces que Eberbach, el hermano del contador de su firma, le cuenta de unas tierras fascinantes y despobladas en la Patagonia. Tierras, que Plate aún no conocía.

Tal como describe Joaquín E. Hardt en su texto Con los ojos de mi abuelo (Mit den Augen meines Grossvaters, título original en alemán), Plate se entusiasmó por esas tierras que no conocía. Y no sólo decide invertir: también se convierte en pioneros colonos que dejaron sus impresiones escritas sobre esta tierra ventosa.

Así es la zona de Nueva Lubecka.

Estas tierras, hoy se conocen como “Nueva Lübecka”, nombre en honor a la localidad – Lübeck, en el norte de Alemania- donde había nacido su mujer Luisa Sartori. Ese mismo año adquirió otras tierras, que recibieron al principio el nombre de su hija: “La Emma”, pero que rebautizó como “El Shaman”.

En total, entre “Nueva Lübecka” y “El Shaman”, Plate fue dueño de 31,5 leguas de campo (0,15 kilómetros cuadrados). Campos ubicados a 60 kilómetros de las localidades chubutenses de José de San Martín y Gobernador Costa. En carros tirados por caballos o mulas, Plate trasladó materiales de construcción, que recibía de embarcaciones, desde Puerto Madryn. Su cuñado llevó un arreo de ovejas desde la localidad bonaerense de Bahía Blanca.

Primer pozo petrolero de la Patagonia

Ante la necesidad de conectar la zona con otras localidades costeras, Plate juntó las firmas de los dueños de tierras de la zona de Colonia Sarmiento y el Valle del Genoa. Así, a través del Perito Francisco Pascasio Moreno, influyeron en la voluntad del ministro de Agricultura, Martín García Mérou, y del ingeniero Enrique Hermitte, jefe de la división de Minas, Geología e Hidrología de esa cartera, para crear un puerto en un paraje conocido como Rada Tilly.

El monumento a los Primeros Colonos, sobre la Ruta Nacional 3.

Tras haber permanecido un mes en la zona, Plate regresa a caballo hasta General Roca, primero; y a Buenos Aires, después. Con la firma de otras personas influyentes, peticiona a las autoridades que se concrete el puerto. En menos de 30 días, el Gobierno decretaba la fundación de una nueva población que desde ese momento se llamaría Comodoro Rivadavia.

Pero a esa población le falta un recurso vital: “buena agua” –como lo describe el pionero en un carta- y esa en esa situación que Plate recurre nuevamente a su amigo el Perito Moreno para poder comenzar las perforaciones. Pero Moreno, que conoció la zona como la palma de su mano, supo de inmediato que tenían una gran oportunidad por delante.

Moreno logra que le envíen máquinas para perforar a una gran profundidad. Plate contrata a Francisco Pietrobelli, quien por entonces residía en Colonia Sarmiento para que construya un galpón. Fue así que el 13 de diciembre de 1907, mientras perforaban a más de de 500 metros de profundidad, encuentran petróleo por primera vez en el Sur argentino.

Pozo N° 2 de Comodoro Rivadavia, el primero surgente de Argentina.

Más de 20 años después del puntapié inicial para la industria petrolífera argentina en el Sur, Platte murió. Tenía 80 años.

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