Buenos Aires (AT) – Aunque Suiza pueda considerarse una “isla de precios elevados”, en la actualidad el país se destaca por su resistencia a la creciente tendencia global de encarecimiento de alimentos. A nivel mundial, los precios de los alimentos experimentan un constante aumento, mientras que la nación alpina demuestra ser inmune a esta dinámica internacional.
En 2022, la tasa de inflación en Suiza se situó en un modesto 2,8%, en marcado contraste con el 9,2% registrado en la Unión Europea (UE), el nivel más alto en la historia del bloque comunitario y tres veces el incremento observado en 2021. En el caso específico de alimentos y bebidas no alcohólicas, la inflación suiza fue del 4%, en comparación con el significativo 11,9% registrado en la UE.
La invasión a Ucrania llevada adelante por Rusia ha tenido un impacto negativo en el suministro global de trigo, generando repercusiones en el precio de alimentos esenciales, como la pasta. En Italia, justamente el país de la pasta, la inflación alcanzó el 17,2% en 2022, según Eurostat, la autoridad estadística de la Unión Europea. Por otro lado, los consumidores suizos experimentaron un aumento del 11,2% en el costo de los espaguetis durante el mismo período.
A pesar de ser un país pequeño que importa aproximadamente la mitad de las calorías consumidas por su población, Suiza ha enfrentado de manera notable la crisis mundial de los precios alimentarios.
Cómo enfrenta Suiza la elevada inflación de los alimentos
Una razón fundamental que explica la relativa resistencia de Suiza ante la inflación alimentaria radica en que los precios en el país ya son intrínsecamente elevados debido a factores como salarios altos y costos logísticos, actuando como un amortiguador frente a las fluctuaciones de los precios internacionales. Este fenómeno implica que la exposición a la inflación tiene un impacto relativamente limitado en el precio final de los productos alimentarios.
Según Thomas Schwab, del grupo de reflexión alemán Bertelsmann Stiftung, “Aunque una parte sustancial del precio de venta al público corresponde a la logística, el almacenamiento o los salarios, el impacto del ajuste de los precios de estos componentes es comparativamente menor en Suiza que las variaciones de precios que experimentan otros países“. En otras palabras, el nivel general más elevado de precios en Suiza actúa como un mitigador de las variaciones relativas en los precios de productos básicos, como la banana, en comparación con países donde los precios suelen ser más bajos.
Además, los costos fijos de producción de alimentos en Suiza, que incluyen el uso de maquinaria, instalaciones, tierras y mano de obra, son considerablemente más altos que los costos variables (como fertilizantes, pesticidas y semillas) y tienden a ser más estables. Como ejemplo, en Suiza, el costo fijo de una tonelada de trigo fue de CHF 500 (US$ 566) en 2017, mientras que los costos variables fueron equivalentes a CHF 200. En comparación, en Alemania, tanto los costos fijos como los variables fueron de CHF 90 cada uno.
Una canasta básica con precios regulados
La resistencia de Suiza a la inflación en alimentos se atribuye, en parte, a la regulación gubernamental de precios. Un factor determinante es que más de una cuarta parte de los productos incluidos en la canasta básica de consumo utilizada para calcular la inflación está sujeta a regulación de precios. Suiza ostenta el nivel más alto de control de precios en Europa, lo que implica que el valor de numerosos artículos no está sujeto a las fluctuaciones del mercado basadas en la oferta y la demanda.
Los aranceles de importación
Adicionalmente, Suiza cuenta con un sistema de aranceles de importación dinámicos estrechamente ligado a los niveles de producción nacional, especialmente relevante en el contexto de importaciones agrícolas. En periodos de abundancia, los aranceles se fijan en niveles elevados, actuando como un mecanismo amortiguador frente a las variaciones en los precios internacionales. En contrapartida, cuando los precios mundiales aumentan debido a la escasez de productos, los aranceles se ajustan a la baja, según explica Schwab.
Uso de la energía en la agricultura
Finalmente, la estructura del uso de la energía en Suiza ejerce una influencia significativa en los precios de los alimentos. La energía se revela como un factor fundamental en los costos de producción y distribución de bienes agrícolas, desempeñando un papel crucial desde el cultivo hasta la transformación y el transporte, como afirma Schwab. En 2020, el impacto del uso de la energía en la agricultura suiza fue solo del 0,6%, en marcado contraste con la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que es del 2%.
Además, la estructura peculiar del mercado energético suizo mitiga el costo de la energía, ya que la mayoría de los proveedores de electricidad son operadores de redes locales integradas, produciendo la electricidad que suministran o adquiriéndola a precios bajos mediante contratos de adquisición a largo plazo. Esta combinación de factores contribuye a mantener estables los precios energéticos en Suiza y, por ende, a tasas inflacionarias más bajas en los alimentos, según destaca Schwab.
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