Buenos Aires (AT) – El embajador de Alemania en el Reino Unido, Miguel Berger, instó públicamente al gobierno británico a considerar un acuerdo de unión aduanera con la Unión Europea (UE). Lo hizo durante una exposición ante la Cámara de Comercio Británica, donde sugirió que el modelo turco, vigente hace más de dos décadas, podría ser una opción viable para reducir trabas al comercio bilateral.
“Turquía tiene hace más de 20 años una unión aduanera con la Unión Europea. Ese camino también podríamos explorarlo con el Reino Unido”, planteó Berger. Si bien reconoció que el actual Acuerdo de Comercio y Cooperación (TCA) entre Londres y Bruselas es “el más sofisticado y de mayor alcance del mundo”, también remarcó que “no se está aprovechando todo su potencial”.

Las heridas del Brexit siguen abiertas
El planteo alemán contrasta con la postura del gobierno británico. Nick Thomas-Symonds, actual ministro para el Brexit, ha reiterado que el Reino Unido tiene “un mandato para un nuevo comienzo con la Unión Europea, pero sin volver al mercado único ni a la unión aduanera”. Sin embargo, las encuestas muestran una realidad política distinta: desde hace dos años, todas las mediciones indican que la mayoría de los británicos quiere volver a formar parte de la UE.
Los efectos económicos del Brexit han sido contundentes. Según el Office for National Statistics, el Reino Unido pierde una libra por segundo desde que dejó la Unión. El comercio con la UE se contrajo en GBP 27.000 millones (US$ 34.894 millones) en los primeros dos años, mientras que las exportaciones anuales de bienes cayeron un 6,4%. Además, unas 40.000 posiciones del sector financiero migraron a ciudades europeas.

Alianzas discretas y pragmatismo cauteloso
En paralelo a las declaraciones públicas, hay gestos que revelan un acercamiento lento pero sostenido. Keir Starmer, actual primer ministro, ha mantenido siete encuentros bilaterales con el presidente francés Emmanuel Macron, en los que abordaron temas como defensa, energía y la relación post-Brexit. Su jefe de gabinete visitó Bruselas en diciembre en una misión de perfil bajo para reabrir canales de diálogo.
Rachel Reeves, ministra de Finanzas, fue la primera funcionaria británica desde la salida de la UE en participar de un encuentro con sus pares europeos. Desde allí marcó el tono de la nueva etapa: “Nuestra relación con Europa estará basada en la confianza, el respeto mutuo y el pragmatismo”.

Propuestas en la mesa: comercio, alimentos y movilidad
Entre las prioridades que Alemania espera ver reflejadas en las propuestas británicas se destacan un acuerdo sanitario y fitosanitario (SPS), que facilitaría el comercio agroalimentario, y medidas para reducir controles fronterizos. Berger sostuvo que esto beneficiaría directamente a los consumidores del Reino Unido, al facilitar el acceso a productos europeos y reducir sus precios.
Otro de los puntos de fricción es la movilidad juvenil. Bruselas propone un programa que permita a personas menores de 30 años viajar, estudiar y trabajar libremente entre ambas partes. Pero Londres aún no ha dado una respuesta afirmativa. Tampoco ha habido avances en temas como el reconocimiento de títulos profesionales o los aranceles universitarios para estudiantes europeos.

Un reencuentro lleno de condiciones
Las posibilidades de avanzar hacia una mayor integración dependen de un cambio de postura británico. Desde Bruselas se rechaza cualquier “rosinenpickerei” (selección de beneficios a medida). En otras palabras, no habrá concesiones si el Reino Unido no está dispuesto a ceder en temas clave, como el cumplimiento de regulaciones comunes y la reapertura parcial del mercado único.
Esto incluye también sectores sensibles como la pesca y la agricultura, donde las tensiones políticas son mayores que el peso económico real. Ambas áreas siguen siendo motivo de fuertes disputas a pesar de su impacto marginal en el PBI.

El riesgo de otro referéndum
Volver a plantear un referéndum para el regreso a la UE es visto con cautela. Muchos proeuropeos recuerdan que el plebiscito de 2016 fue una apuesta fallida del ex primer ministro David Cameron, motivada por encuestas optimistas que subestimaban a los sectores euroescépticos. Hoy, un nuevo intento sin garantías de estabilidad en la opinión pública podría derivar en una nueva fractura.
Además, el contexto es menos favorable: el Reino Unido ha perdido privilegios especiales que antes tenía dentro del bloque, como el llamado “cheque británico”. Un eventual reingreso implicaría condiciones menos ventajosas, incluida la posible adopción del euro.

Contexto internacional: razones para cooperar
Las tensiones geopolíticas actuales refuerzan la idea de una Europa más cohesionada. La guerra en Ucrania, la incertidumbre por un eventual regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, la crisis climática y el ascenso de la ultraderecha generan un escenario donde la fragmentación interna debilita a todo el continente.
“No es tiempo de vacilaciones ni disputas estériles. Es momento de unidad entre los europeos que entienden que la democracia está en juego”, sostiene un documento interno del Partido Socialdemócrata alemán, citado por el semanario Der Spiegel.

Un futuro abierto, pero condicionado
En este marco, el llamado de Alemania a un acuerdo aduanero con el Reino Unido funciona como una invitación a repensar los límites autoimpuestos por el gobierno británico. Si bien no hay señales inmediatas de un giro político profundo, el paulatino acercamiento técnico y diplomático deja abierta la puerta a una relación más estrecha.
Los resultados de la primera cumbre UE-Reino Unido del 19 de mayo serán un termómetro clave. Tanto en Berlín como en Bruselas esperan que Londres llegue con propuestas concretas. El tiempo del simbolismo empieza a agotarse.

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