Buenos Aires (AT) – En solo 90 minutos, tres conferencias de prensa tuvieron lugar en Berlín con un mismo foco: el aumento del antisemitismo en Alemania. El martes 20 de mayo, el ministro del Interior, Alexander Dobrindt (CSU), presentó los datos oficiales del año 2024: más de 84.000 delitos de trasfondo político, un 40 % más que el año anterior. Dentro de ese total, se registraron 6.236 delitos antisemitas, lo que representa un crecimiento del 21 %.
Dobrindt advirtió que casi la mitad de los casos tienen raíz en la extrema derecha, aunque un 31 % fueron impulsados por ideologías extranjeras. Propuso que todo extranjero que cometa un delito antisemita sea expulsado automáticamente del país. “El antisemitismo creciente nos preocupa profundamente”, afirmó, señalando la responsabilidad histórica que pesa sobre Alemania.

Berlín, una ciudad cada vez menos segura para los judíos
En paralelo, el Centro de Investigación e Información sobre Antisemitismo (Bundesverband der Recherche- und Informationsstellen Antisemitismus e.V. – RIAS) de Berlín publicó su informe anual. Durante 2024 se registraron 2.521 incidentes antisemitas solo en la capital alemana. Aunque muchos no constituyen delitos penales, reflejan un clima social hostil: insultos, amenazas, pintadas y agresiones físicas que afectan la vida cotidiana de la comunidad judía.
El informe reveló un fuerte repunte de incidentes tras el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023. Sigmount Königsberg, comisionado para el antisemitismo de la Comunidad Judía de Berlín, alertó que “el antisemitismo se ha normalizado en esta ciudad”. En sus palabras, los judíos sienten que los espacios donde pueden moverse con libertad se achican semana a semana.
Cito el caso de un restaurante israelí que tuvo que cerrar por ataques reiterados. “El mensaje que flota en el aire es: ‘Judíos, cállense'”, denunció. Königsberg aseguró que conoce familias que abandonaron Berlín por miedo, especialmente para proteger a sus hijos.

Las escuelas y el silencio de la sociedad civil
Alexander Rasumny, miembro de la organización OFEK dedicada a asistir víctimas de antisemitismo, aseguró que el fenómeno atraviesa todos los ámbitos: desde escuelas hasta lugares de trabajo. La demanda por escuelas privadas judías creció de forma notoria porque muchas familias decidieron retirar a sus hijos de instituciones públicas tras situaciones de hostigamiento.
Tanto Rasumny como Königsberg coincidieron en una preocupación común: la falta de solidaridad desde el conjunto de la sociedad. “La ausencia de apoyo desde la sociedad civil es un síntoma del quiebre del tejido social”, remarcó Rasumny.

El VBRG y la advertencia final
El mismo martes, la red de centros de apoyo a víctimas de violencia de extrema derecha, racista y antisemita (Verband der Beratungsstellen für Betroffene rechter, rassistischer und antisemitischer Gewalt – VBRG) también presentó su informe. Alertaron que todas sus estadísticas crecieron en 2024 y criticaron una “grave subestimación de la violencia de extrema derecha por parte de las autoridades”.
Llamaron a enfrentar el problema con firmeza porque, según sostienen, “combatir el antisemitismo es clave para la cohesión social y la seguridad de todos los que viven en Alemania”. Los datos oficiales, las denuncias civiles y los testimonios de la comunidad judía coinciden: el antisemitismo crece, se diversifica y se naturaliza. Berlín, históricamente cargada de simbolismo, vuelve a ser escenario de exclusión. Lo que ocurra en adelante dependerá de la respuesta política, institucional y social. El silencio, advierten, no es una opción.

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