miércoles, 24 de julio de 2024

Buenos Aires (AT) – A menudo es imposible evitar las colas frente a los cafés más populares de la capital austriaca. Sobre todo los turistas no quieren perderse la oportunidad de pedir un Melange en uno de los establecimientos más famosos. Entre ellos se encuentran el Café Sacher y el Café Central, cuyos nombres aparecen en casi todas las guías turísticas de Viena. El hecho de que un café allí cueste más de seis euros no es un impedimento; al fin y al cabo, se trata de vivir la experiencia.

La pandemia ha sido un verdadero calvario para muchas cafeterías. Mientras tanto, al menos en el centro de la ciudad, han vuelto a las cifras de visitantes de 2019. Y es poco probable que la demanda de cafés vieneses tradicionales disminuya en el futuro. Para hacer frente al gran número de clientes, cada vez más cafés recurren a las franjas horarias. Esto significa que las mesas solo pueden reservarse durante un determinado periodo de tiempo y luego tienen que estar disponibles para los siguientes clientes.

Las franjas horarias ya son habituales en los restaurantes

Los restaurantes fueron los pioneros de esta evolución. En los últimos años, las reservas por franjas horarias son cada vez más frecuentes. Desde el punto de vista empresarial, tiene sentido. Crea previsibilidad y garantiza una utilización más eficaz de las mesas disponibles. Ahora las cafeterías siguen el ejemplo, al menos aquellas en las que los clientes esperan constantemente en la puerta.

Para Wolfgang Binder, jefe de la división de cafeterías de la Cámara de Comercio de Viena, es también una forma de compensar el importante aumento de los costos fijos. La mayoría de los bares del primer distrito no tienen espacio suficiente para poner más mesas. Y tampoco se pueden subir constantemente los precios. Así que la única opción es aumentar la afluencia. Algunos restaurantes ya pueden ofrecer tres servicios nocturnos por mesa gracias a las franjas horarias.

El Café Sacher: un ícono de Viena

El Café Sacher, ubicado en el corazón de Viena, es una de las cafeterías más emblemáticas y conocidas de la ciudad. Fundado en 1876 por Eduard Sacher, hijo del famoso pastelero Franz Sacher, el café se encuentra en el Hotel Sacher, un establecimiento de lujo que rápidamente se convirtió en un punto de encuentro para la alta sociedad vienesa.

El café es mundialmente famoso por su tarta Sacher, un exquisito pastel de chocolate con una fina capa de mermelada de damasco, cubierto por un glaseado de chocolate oscuro. Esta tarta fue creada originalmente por Franz Sacher en 1832 para el príncipe Metternich, y su receta secreta ha sido cuidadosamente guardada por la familia Sacher desde entonces.

El Café Sacher no solo es conocido por su repostería, sino también por su elegante ambiente, que evoca el esplendor del siglo XIX. Los interiores del café están decorados con una mezcla de madera oscura, terciopelo rojo y candelabros de cristal, creando una atmósfera de lujo y refinamiento. Durante décadas, el café ha sido frecuentado por figuras prominentes de la política, la cultura y las artes, consolidándose como un símbolo de la tradición y la elegancia vienesa.

Además de la famosa tarta Sacher, el café ofrece una amplia variedad de especialidades vienesas, como el café Melange y diversas opciones de pastelería y repostería. Los visitantes pueden disfrutar de estas delicias mientras se sumergen en la historia y la sofisticación de uno de los lugares más icónicos de Viena.

El Café Central: un refugio literario en Viena

El Café Central, situado en la calle Herrengasse en el primer distrito de Viena, es otro de los cafés históricos más famosos de la ciudad. Inaugurado el mismo año que el Café Sacher, en 1876, el café rápidamente se convirtió en un importante punto de encuentro para intelectuales, escritores y artistas, quienes encontraron en su elegante ambiente un refugio ideal para el intercambio de ideas y la creación artística.

El edificio que alberga el Café Central, el Palais Ferstel, es una obra maestra de la arquitectura neorrenacentista. Su majestuoso interior, con techos abovedados y columnas de mármol, crea una atmósfera de grandeza que ha atraído a generaciones de visitantes.

Durante el periodo de entreguerras, el café se consolidó como un centro neurálgico de la vida cultural y literaria vienesa. Entre sus asiduos se encontraban figuras tan ilustres como Sigmund Freud, Leon Trotsky, Alfred Polgar, y Peter Altenberg, cuyas estatuas y retratos aún decoran el local en homenaje a su legado.

Además de su importancia cultural, el Café Central es conocido por su excelente repostería y su refinada carta de cafés. Los visitantes pueden disfrutar de especialidades como el strudel de manzana, la torta Sacher, y el café Melange, mientras se deleitan con el ambiente histórico y la elegante decoración del lugar.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el café cerró sus puertas, pero fue reabierto en 1986, restaurado a su antigua gloria. Desde entonces, ha continuado siendo un punto de referencia para turistas y locales, quienes acuden no solo por su renombrada repostería, sino también por la experiencia única de sumergirse en la historia literaria y cultural de Viena.

Hoy en día, el Café Central sigue siendo un testimonio viviente de la rica tradición de los cafés vieneses, ofreciendo a sus visitantes una combinación perfecta de historia, cultura y gastronomía. Es un destino imperdible para cualquiera que desee experimentar el auténtico espíritu de Viena.

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