Buenos Aires (AT) – La industria automotriz ha sido durante décadas el pilar de la economía alemana, impulsando su crecimiento y consolidando al país como la principal potencia industrial de Europa. Sin embargo, los últimos años han marcado un punto de inflexión. El 6 de marzo de 2025, la empresa de defensa Rheinmetall alcanzó una capitalización bursátil de EUR 55.700 millones (US$ 60.610 millones), superando por primera vez a Volkswagen, cuyo valor se ubicó en EUR 54.400 millones (US$ 60.610 millones). Este hito simboliza un cambio profundo en la estructura económica de Alemania, donde el sector de defensa se fortalece mientras el automotriz enfrenta serias dificultades.

La reconfiguración del gasto y el impacto de la política global
El crecimiento de Rheinmetall está directamente vinculado al aumento del gasto en defensa en Europa. La guerra en Ucrania, la creciente amenaza de Rusia y la incertidumbre sobre el compromiso de Estados Unidos con la seguridad del continente han llevado a un rearmamento sin precedentes. “Ha comenzado una era de rearme en Europa que exigirá mucho de todos nosotros”, afirmó Armin Papperger, CEO de Rheinmetall, al anunciar los resultados récord de la compañía.
Mientras el sector armamentístico crece, Volkswagen enfrenta múltiples desafíos. La desaceleración de la economía china, los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump y las dificultades en la transición a los vehículos eléctricos han golpeado sus ingresos. La empresa anunció recientemente el cierre de su fábrica en Osnabrück, decisión que subraya la crisis del sector. Papperger no descartó la posibilidad de convertir esas instalaciones en una fábrica de tanques: “Antes de construir una nueva planta en Alemania, definitivamente consideraremos esta opción”.

La apuesta política por la defensa
El viraje hacia el sector militar también tiene un fuerte componente político. Friedrich Merz, quien probablemente sea el futuro canciller de Alemania, ha manifestado su intención de modificar las reglas fiscales del país para permitir un mayor gasto en defensa sin las restricciones del “freno de la deuda”. “Ante las amenazas a nuestra libertad y paz en el continente, ahora debemos aplicar el principio de ‘cueste lo que cueste’ a nuestra defensa”, declaró Merz al anunciar este cambio estratégico.
Este enfoque representa una ruptura con la postura tradicional de Alemania, que desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha mantenido una actitud de prudencia en asuntos militares. Sin embargo, el contexto actual ha llevado a una reformulación de prioridades, asignando más recursos a la seguridad en detrimento de otros sectores.

Volkswagen y la transformación industrial
El CEO de Volkswagen, Oliver Blume, reconoció la necesidad de adaptarse a este nuevo escenario. “Debemos invertir más para estar seguros nuevamente”, sostuvo durante una conferencia de resultados. Si bien no confirmó que la empresa participe directamente en la producción de armamento, recordó que Volkswagen ya ha colaborado en la industria de defensa. Durante la Segunda Guerra Mundial, la compañía fabricó vehículos blindados para el régimen nazi, y en la actualidad, su filial MAN Truck & Bus mantiene una asociación con Rheinmetall para la producción de vehículos logísticos para las fuerzas armadas.
La posibilidad de que Volkswagen amplíe su participación en el sector militar sigue abierta, aunque el desafío principal sigue siendo la reestructuración de su negocio principal en un mercado global cada vez más complejo.

¿Hacia un nuevo modelo económico?
El ascenso de Rheinmetall y el declive relativo de Volkswagen reflejan una transformación estructural en la economía alemana. Mientras el sector automotriz lucha por adaptarse a las nuevas tendencias tecnológicas y geopolíticas, la industria de defensa se afianza como un motor de crecimiento en un contexto de creciente inseguridad global.
Este cambio plantea interrogantes sobre el futuro del país: ¿podrá Alemania mantener su liderazgo industrial sin depender exclusivamente del sector armamentístico? ¿Cómo afectará esta transición a la relación del país con sus socios europeos y con el resto del mundo? Por ahora, el rumbo parece claro: el futuro económico de Alemania se decide entre tanques y automóviles.

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