jueves, 14 de diciembre de 2023

Buenos Aires (AT) – La vida de Holger Timmreck siempre estuvo marcada por los desafíos y la determinación. Su infancia se definió por el encarcelamiento de su padre por “incitación” durante el gobierno de la República Democrática Alemana (RDA). A pesar de este trasfondo complicado, el joven Holger encontró en el deporte su pasión y su escape. Así, se graduó con la esperanza de convertirse en profesor de educación física. Sin embargo, su camino tomó un giro inesperado cuando fue etiquetado como “no apto para estudios universitarios” debido a sus opiniones críticas hacia el socialismo.

Tras dos semestres en una escuela de ingenieros agrónomos, la frustración y la curiosidad lo llevaron a intentar una audaz fuga a través de la frontera de la República Checa a Austria en 1980. El intento fue solo eso: un intento. A Holger lo detuvieron y lo entregaron a la Stasi, el organismo de inteligencia de la RDA. Allí fue condenado a dos años y cuatro meses de prisión en Dresde, donde compartió celda con reclusos de largas condenas por delitos graves.

Finalmente, en 1982, después de casi 18 meses entre rejas, Holger fue liberado. Un año después, logró alcanzar su sueño al convertirse en estudiante en la Deutsche Sporthochschule, con especialización en periodismo deportivo. Su carrera en los medios fue un éxito, y hasta trabajó como director en transmisiones deportivas. En 2011, su vida dio otro giro inesperado al trasladarse a Lima, Perú, donde encontró trabajo en la Escuela Alemana.

Holger es, en definitiva, un ejemplo de resiliencia y determinación. Por eso fue un privilegio para Argentinische Tageblatt hablar con él justo antes de su partida de Buenos Aires, donde llegó para brindar sus charlas educativas en colegios.

AT: Contanos cómo influyó esa falta de oportunidades educativas en Alemania del Este en tu decisión de intentar escapar a Austria…

Holger Timmreck: Sí, el motivo número uno fue porque yo no tuve la oportunidad de estudiar. En mi colegio, hasta el bachillerato, todo estaba bien. Pero cuando te preguntan qué querés estudiar, yo dijo que quería estudiar deportes, y unas semanas después hice una evaluación. En una dictadura no puedes estudiar lo que quieres. Necesitas el permiso del colegio. Y yo recibí un no rotundo. Me dijeron: no tienes permiso de estudiar en una universidad. Yo crecí en una casa anticomunista. Mi papá también estuvo en prisión cuando yo era bebé. Esa fue la consecuencia de toda mi educación. En ese momento también  yo era algo rebelde, y por eso no pude estudiar. Ese fue el motivo número uno para escapar. Y el motivo número dos siempre fue la falta de libertad para viajar. No podés salir como joven de Alemania comunista para ver el mundo. Eso es tan horrible para un joven…

¿Podrías compartir más detalles de tu experiencia durante el intento de fuga y cómo fuiste detenido en Checoslovaquia?

Tuve mi intento de fuga en 1980, a los 21 años. Con un amigo habíamos planeado en secreto esta fuga de Checoslovaquia hacia Austria. Durante esa noche inolvidable yo estaba camino a la frontera y encontré estas instalaciones, unas rejas con electricidad, eran las tres en la mañana, creo, y estaba cortando con un alicate las rejas para cruzar estas instalaciones, y después de eso viene una franja de muerte, una tierra de nadie, y entonces tienes que correr y correr como tres, cuatro, cinco kilómetros hasta la frontera… y yo no pude, me escucharon, me vieron, había una bengala blanca, después bengalas rojas y los soldados estaban en alarma y yo escuché todos los autos, los gritos y los perros, y me escondí pero más tarde me detuvieron, eran las seis de la mañana, creo, cuando una patrulla con una Kalashnikov me dijo manos arriba… No pude cruzar esa tierra de nadie más rápido y por eso yo fallé, y fue cuando pasé mi primera noche en una prisión en Checoslovaquia.

Holger Timmreck, Muro de Berlín, entrevista, Alemania
Holger Timmreck sobrevivió a la prisión comunista.

¿Cómo fue la transición de tu vida en prisión a trabajar en una agencia de viajes?

Sí, fue algo muy raro. Antes había estado unos meses como prisionero y después fui estudiante en la Universidad de Deportes en Colonia. Para mí fue una transición muy rápida. Salí de la prisión el tres de febrero de 1982. Y eso fue porque había un negocio entre el gobierno occidental y el gobierno comunista. El gobierno occidental pagó dinero al gobierno comunista para liberar presos políticos. Yo estuve en la lista hasta el tres de febrero, casi mi cumpleaños, cuando salí en un autobús con otros expresos rumbo a la libertad.

¿Qué obstáculos enfrentaste al intentar construir una vida en la Alemania Occidental después de obtener la libertad?

Era un chico de 23 años, y cuando me liberaron tuve mis ingresos, una vida con amigos. Pero ese obstáculo del muro siempre estuvo en mi vida.  Antes, cuando vivía en el lado oriental, esa frontera era un obstáculo entre mis sueños y yo.

¿Cómo creés que las experiencias que viviste han impactado en tu perspectiva sobre libertad y los derechos individuales?

Siempre digo que es importante esa palabra, “libertad”. Yo me sentí liberado cuando salí de la prisión de la dictadura comunista. Fue el fin de esconder mis pensamientos. Por eso siempre la libertad, esta palabra, como yo digo en mis charlas, es más que una palabra. Y ahorita que estoy en Argentina, todos los días escucho esa palabra: “Viva la libertad, carajo”. Es muy importante tener libertad en una democracia.

¿Creés que la educación y la información son herramientas fundamentales para prevenir situaciones similares a las que viviste en el pasado?

Sí, claro. Ese es el más importante mensaje de mis charlas, prevenir estas dictaduras en el futuro. Por eso voy en colegios, hablo con los chicos. Al fin de mi presentación, siempre digo: para fortalecer la democracia, ¿cómo hacemos, chicos?, ¿dónde está la democracia?, ¿vamos a comprar la democracia en un supermercado?, ¿tenemos una app para la democracia? No, simplemente tenemos que aprender. La democracia empieza con la educación.

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