Buenos Aires / Berlín (AT) – Bruce Springsteen volvió a Berlín con un concierto que no solo incluyó sus clásicos más emblemáticos, sino también una fuerte denuncia contra el gobierno de su país. Ante decenas de miles de personas reunidas en el Estadio Olímpico —el mismo construido por el régimen nazi para los Juegos de 1936— el músico estadounidense calificó a la administración actual como “corrupta, incompetente y traidora”.
Entre canciones, Springsteen intercaló breves discursos cargados de contenido político. “Invitamos a todos los que creen en la democracia y en lo mejor del experimento americano a que se levanten con nosotros, levanten sus voces y se enfrenten al autoritarismo. Que reine la libertad”, dijo ante un público que combinaba fanáticos del rock con personas atentas a la dimensión política del show.
A ambos lados del escenario se desplegaron banderas de Estados Unidos y Alemania. Las letras de las canciones aparecían traducidas al alemán en pantallas gigantes, facilitando así la comprensión de los mensajes. Entre canción y canción, el músico mencionó titulares recientes sobre operativos migratorios, recortes de fondos para universidades y brotes de sarampión. Su crítica fue directa y sin eufemismos.
Un mensaje de advertencia, pero también de esperanza

A pesar del tono duro de sus declaraciones, Springsteen no abandonó el optimismo. “El Estados Unidos del que les canté durante los últimos 50 años existe. Y aunque tenga muchos errores, es un gran país con gente grandiosa. Vamos a sobrevivir este momento”, afirmó en uno de sus mensajes más celebrados por el público.
El músico viene endureciendo sus posicionamientos en cada gira. El mes pasado, durante un show en Manchester, había calificado al presidente estadounidense como un “líder incapaz” al frente de un “gobierno fuera de control” compuesto por personas que “no entienden lo que significa ser verdaderamente norteamericano”.
La historia de Springsteen con Berlín tiene raíces profundas. En julio de 1988, fue uno de los primeros músicos occidentales en tocar en la Alemania Oriental comunista. Ante unas 160.000 personas, pronunció un discurso en alemán que quedaría registrado como parte de la historia cultural previa a la caída del Muro. “No vine a favor ni en contra de ningún gobierno. Vine a tocar rock and roll con la esperanza de que un día todas las barreras sean derribadas”, dijo entonces antes de interpretar Chimes of Freedom, de Bob Dylan.

Un despacho de la agencia Associated Press describía aquel evento como una explosión de emoción. “Los fuegos artificiales cruzaban el cielo y cientos de personas agitaban banderas estadounidenses hechas a mano mientras cantaban Born in the USA”, señalaba el texto publicado en ese momento. Un año más tarde, caería el Muro de Berlín.
Algunos analistas, como el historiador alemán Andreas Rödder, incluyeron el recital de Springsteen en la lista de acontecimientos culturales que impactaron en el ánimo de la población de Alemania Oriental, contribuyendo de forma indirecta al movimiento que derrocó al régimen comunista.
Entre el pasado y el presente: una advertencia sobre el autoritarismo
Casi cuatro décadas después de aquella histórica presentación, Springsteen volvió a cerrar su recital con Chimes of Freedom. Pero esta vez, la advertencia fue otra. “El Estados Unidos que amo, el que ha sido un faro de esperanza y libertad durante 250 años, hoy está en manos de una administración corrupta, incompetente y traidora”, afirmó.
Sus palabras fueron recibidas con una ovación que se extendió varios minutos. Muchos asistentes, según medios locales como Berliner Morgenpost, interpretaron el concierto como una manifestación en defensa de los valores democráticos más allá de las fronteras estadounidenses.
Springsteen, que posee una trayectoria artística de más de cinco décadas y discos que vendieron más de 140 millones de copias en todo el mundo, volvió a dejar en claro que no piensa mantenerse al margen del debate público. En la última década, también expresó sus opiniones sobre temas como el control de armas, los derechos civiles, la guerra en Irak y la política migratoria.

Actualmente, el artista realiza una gira internacional que incluye fechas en distintas ciudades europeas. Las entradas para el concierto en Berlín rondaron entre EUR 70 y EUR 140, dependiendo de la ubicación. Según datos oficiales, el estadio contó con más de 60.000 asistentes.
Bruce Springsteen no solo llenó de música la capital alemana. También reforzó su papel como una de las voces más críticas del panorama cultural estadounidense, capaz de combinar su arte con una postura política clara, sin perder de vista el sentido de comunidad ni la esperanza en el porvenir.
(AT/ABC)
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