Buenos Aires (AT) – El canciller de Alemania, Friedrich Merz, se prepara para un viaje clave. Este miércoles por la noche partirá rumbo a Washington, donde al día siguiente mantendrá una reunión en la Casa Blanca con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La cita, que incluirá un almuerzo y una rueda de prensa conjunta, llega en medio de un panorama geopolítico convulsionado: la guerra en Ucrania, el conflicto en Oriente Medio y una creciente tensión comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos dominan la agenda.

Primer cara a cara en un momento sensible
Merz asumió la cancillería el pasado 6 de mayo, y esta será su primera reunión cara a cara con Trump desde que ambos ocupan sus respectivos cargos. Si bien se habían cruzado brevemente hace años en Nueva York, no había existido un vínculo personal directo. En las últimas semanas hablaron por teléfono en varias ocasiones: una vez a solas y tres más junto a otros jefes de Estado europeos para coordinar posturas frente a la guerra en Ucrania.

Una agenda marcada por Ucrania
La invasión rusa a Ucrania sigue siendo el centro de gravedad de la política exterior europea. Desde su asunción, Merz ha impulsado una diplomacia activa para buscar un alto el fuego y garantizar el respaldo occidental a Ucrania. La semana pasada recibió en Berlín al presidente ucraniano Volodimir Zelensky, y anunció que Alemania apoyará el desarrollo de misiles de largo alcance producidos en territorio ucraniano.
Durante la reunión del jueves, el canciller buscará asegurarse de que Washington no se aleje del conflicto, en un contexto donde Trump ha enviado señales ambiguas sobre su compromiso con Kiev. La posibilidad de una desescalada militar o, por el contrario, de un realineamiento de prioridades por parte de Estados Unidos es una de las preocupaciones centrales de Berlín.

Comercio: tensión al rojo vivo
El otro gran eje de la reunión será el comercio. La amenaza de Trump de aplicar un arancel del 50% a las importaciones de la Unión Europea (UE) ha encendido alarmas en Berlín y Bruselas. Si bien el mandatario norteamericano decidió postergar la entrada en vigor de la medida hasta el 9 de julio, el daño está hecho: la incertidumbre impacta sobre las economías del bloque.
Merz ya advirtió que la UE podría responder con medidas contra empresas tecnológicas estadounidenses o con aranceles propios. “No deberíamos reaccionar de forma imprudente y frenética, pero si no queda otra alternativa, deberíamos utilizar esa herramienta”, declaró el canciller durante la conferencia WDR Europaforum en Bonn.

Acero, aluminio y el espectro del proteccionismo
En paralelo, Trump confirmó que duplicará los aranceles a las importaciones de acero y aluminio, que pasarán del 25 al 50 por ciento. Según el presidente norteamericano, la medida busca proteger a la industria nacional de “la competencia extranjera y desleal”. El anuncio lo realizó en un acto en Pittsburgh junto a trabajadores siderúrgicos y en el marco del acuerdo de inversión de la japonesa Nippon Steel en la estadounidense U.S. Steel.
Para Europa, este giro hacia el proteccionismo representa una amenaza directa a sus exportaciones industriales. Alemania, cuya economía depende en gran medida del comercio exterior, ve con preocupación este tipo de medidas unilaterales que alteran el equilibrio económico global.

Oriente Medio, otro punto caliente
Aunque en un segundo plano mediático, la situación en Oriente Medio también estará sobre la mesa. Merz ha insistido en la necesidad de evitar una escalada regional que complique aún más el panorama global. La posición de Alemania es mantener una línea de diálogo y mediación diplomática que no comprometa su rol internacional ni su relación con socios históricos.

Una diplomacia que busca equilibrios
Merz llega a la Casa Blanca con el desafío de equilibrar firmeza con pragmatismo. Las decisiones que se tomen en esta reunión podrían marcar el tono de la relación transatlántica en los próximos años. En un contexto de múltiples crisis, el primer encuentro entre Merz y Trump no es simplemente un saludo protocolar, sino una prueba de fuego para la diplomacia europea.

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