Buenos Aires (AT) – El sindicato IG Metall, que representa a casi 4 millones de trabajadores de la industria metalúrgica y eléctrica en Alemania, ha lanzado este año una de las demandas salariales más significativas de las últimas décadas. Pese a que la petición de un aumento del 7% en los salarios y un bono de EUR 170 (US$ 188) para los aprendices se basa en la pérdida de poder adquisitivo debido a la inflación, los empleadores del sector enfrentan una crisis económica que dificulta la negociación. En este tenso escenario, Volkswagen, uno de los pilares industriales del país, también atraviesa una tormenta financiera que amenaza con recortes laborales y cierres de plantas.
Una demanda significativa en tiempos difíciles
IG Metall ha formulado su tercera mayor demanda salarial en los últimos 30 años, justificándola en el deterioro del poder adquisitivo que los trabajadores han experimentado en los últimos años. El sindicato, conocido por su poder de convocatoria y movilización, argumenta que la creciente inflación y el aumento de los costos de vida han mermado significativamente los ingresos reales de los trabajadores, haciendo urgente una mejora salarial.
Sin embargo, esta demanda llega en un momento complicado para muchas empresas, especialmente en el sector automotriz, que enfrenta caídas en la producción y retrasos en los pedidos. Según Arndt Kirchhoff, presidente de NRW-Metall, la producción en el sector metalúrgico sigue estando un 14% por debajo de los niveles previos a la crisis, y muchas empresas están registrando pérdidas. Kirchhoff advirtió que pedir un aumento del 7% en los salarios es “inaceptablemente alto” en este contexto. Además, resaltó que desde 2015 no ha habido un crecimiento en la productividad, el parámetro clave para justificar aumentos salariales.
La crisis en Volkswagen y la amenaza a la garantía de empleo
La crisis en Volkswagen ha añadido más tensión a las negociaciones. El gigante automotriz alemán está revisando sus estructuras y ha puesto sobre la mesa la posibilidad de cerrar plantas y revisar la garantía de empleo que se implementó hace tres décadas. Esta garantía, firmada durante una crisis similar en 1993, ofrecía a los empleados estabilidad laboral, un acuerdo que ahora está en peligro.
Christiane Benner, la recién elegida presidente de IG Metall, ha sido clara en su postura: el sindicato no tolerará los despidos forzosos ni el cierre de plantas. Benner ha trazado líneas rojas al respecto, exigiendo que estas amenazas se retiren inmediatamente. Para contrarrestar la crisis, Benner ha reintroducido una idea que surgió en 1993: la semana laboral de cuatro días con salarios reducidos, una medida que podría ayudar a evitar despidos mientras se mantiene la actividad productiva en niveles reducidos.
El argumento de los empleadores
Los empleadores del sector metalúrgico no solo enfrentan una crisis interna de productividad, sino también una demanda débil en el mercado, especialmente en bienes de equipo. Kirchhoff señaló que muchas empresas han invertido masivamente en tecnologías como la electromovilidad, pero la demanda sigue sin estar a la altura de las expectativas, lo que complica la rentabilidad. Según los empleadores, cualquier aumento salarial adicional podría aumentar las presiones económicas y, en última instancia, resultar en más despidos o cierres.
Kirchhoff destacó además que muchas empresas ya están implementando jornadas reducidas para evitar despidos, pero el desempleo en el sector sigue en aumento, lo que evidencia las difíciles condiciones económicas que enfrentan.
La importancia de mantener el poder adquisitivo
Desde la perspectiva de IG Metall, la economía alemana necesita una inyección de poder adquisitivo para revitalizarse. Benner subrayó que no son los salarios ni los trabajadores los responsables de las dificultades que enfrentan las empresas, y que las compañías han generado enormes beneficios en el pasado. Para el sindicato, mejorar los salarios reales tras años de inflación es fundamental, no solo para los empleados, sino también para estimular el consumo y la economía en general.
Los economistas coinciden en que aumentar el poder adquisitivo de los trabajadores podría tener un impacto positivo en el conjunto de la economía. Con una inflación sostenida y precios altos, los salarios reales se han visto erosionados, lo que ha afectado el nivel de vida de millones de trabajadores.
Las negociaciones regionales: el primer paso
Las negociaciones regionales comenzaron a mediados de septiembre en distintos estados alemanes, incluidos Baviera, Berlín-Brandeburgo-Sajonia y Baden-Wurtemberg. Si bien en las primeras rondas no se esperan acuerdos concretos, estas negociaciones permitirán a ambas partes medir el terreno y explorar posibles soluciones. En paralelo, el jefe del distrito de IG Metall en Baja Sajonia, Thorsten Gröger, está buscando adelantar las negociaciones colectivas de Volkswagen, que originalmente estaban previstas para octubre.
Volkswagen, cuyo convenio colectivo ha históricamente favorecido a los empleados con mejores condiciones laborales en comparación con otras empresas del sector, será clave en las negociaciones. La crisis interna de la empresa y las amenazas de despidos masivos han puesto presión sobre IG Metall, que no solo busca mejoras salariales, sino también preservar los empleos en una industria que enfrenta una transformación significativa hacia la electromovilidad y la automatización.
Huelgas de advertencia en el horizonte
A medida que las negociaciones avanzan, las huelgas de advertencia se perfilan como una posibilidad real a partir del 29 de octubre, una vez finalizado el periodo de paz en el que las partes deben negociar sin interrupciones. Las juntas ejecutivas de IG Metall y Gesamtmetall, la asociación de empleadores, tendrán que trabajar juntas para encontrar un equilibrio entre las demandas salariales del sindicato y la viabilidad económica de las empresas.
La ejecutiva Nadine Boguslawski, una de las responsables de la negociación por parte de IG Metall, estará al frente de las conversaciones, liderando los esfuerzos para llegar a un acuerdo que sea aceptable para ambas partes. Las huelgas de advertencia servirían como una demostración de fuerza por parte del sindicato, pero también podrían forzar a los empleadores a buscar soluciones más rápidas.
Un acuerdo incierto
El futuro de las negociaciones sigue siendo incierto, con posturas enfrentadas y una economía que no da señales claras de recuperación. Mientras que IG Metall insiste en la necesidad de aumentar el poder adquisitivo de los trabajadores, los empleadores advierten que cualquier incremento salarial podría llevar a recortes masivos de empleos, particularmente en sectores clave como el automotriz.
Las próximas semanas serán decisivas para determinar si ambas partes logran llegar a un acuerdo antes de que las huelgas paralicen el sector. Para miles de trabajadores, las negociaciones representan no solo una lucha por mejores salarios, sino también por la seguridad de sus puestos de trabajo en un momento de gran incertidumbre económica.
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