Buenos Aires (AT) – La industria automotriz europea obtuvo un alivio importante tras la decisión de la Comisión Europea de flexibilizar las normativas de emisiones de CO2, permitiendo a los fabricantes de Europa cumplir con los límites exigidos en un período más extenso. Con esta medida, las sanciones multimillonarias previstas para 2025 quedarán en suspenso hasta 2027, dando margen a la industria para adaptarse sin enfrentar graves consecuencias económicas.
El anuncio llegó tras la reunión del “Diálogo Estratégico para el Futuro de la Industria Europea del Automóvil”, encabezada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En su informe, se reconoció que la actual transición hacia la movilidad eléctrica estaba debilitando a los fabricantes europeos frente a la competencia extranjera, en particular la china. “La industria necesita más margen de maniobra y mayor claridad, sin cambiar los objetivos acordados”, afirmó von der Leyen.
El ajuste en la normativa permitirá que el cumplimiento de los límites de emisiones (93,6 gramos de CO2 por kilómetro en promedio por flota) se evalúe en 2027, considerando un promedio de los años 2025, 2026 y 2027. Anteriormente, la exigencia era inmediata y contemplaba sanciones por cada gramo de CO2 excedido. Esta decisión supone un respiro para los fabricantes europeos, quienes argumentaban que la velocidad de la transición ponía en riesgo a toda la industria.
Un respiro para los fabricantes
La medida beneficia especialmente a los grandes fabricantes europeos, quienes enfrentaban multas elevadas. Según datos de La Tribuna de Automoción, el Grupo Volkswagen, con una media de emisiones superior a lo permitido, se exponía a una multa de hasta EUR 6.914 millones (US$ 7.490 millones). Mercedes-Benz también estaba en riesgo, con una posible sanción superior a los EUR 1.000 millones (US$ 1.083 millones). La flexibilización otorga a estas empresas un margen mayor para desarrollar tecnologías que les permitan reducir las emisiones sin poner en peligro su rentabilidad y la estabilidad laboral en sus plantas.
El alivio llega en un momento en que las marcas intentan acelerar su transición hacia la electrificación. Volkswagen prevé lanzar modelos eléctricos accesibles en 2026 y 2027, mientras que Mercedes apuesta a su nueva gama de vehículos, como el Mercedes CLA, para reducir sus emisiones promedio. Sin embargo, la incertidumbre persiste, ya que la demanda de autos eléctricos en Europa sigue siendo inferior a las expectativas del sector.
La sombra de China y EE.UU.
Uno de los principales motivos de la flexibilización es la creciente competencia de los fabricantes chinos, quienes han irrumpido con modelos eléctricos a precios competitivos. Europa ya había respondido con aranceles adicionales de hasta el 35% para frenar la penetración de estos vehículos subsidiados por el gobierno chino. Sin embargo, los fabricantes europeos aún se encuentran en desventaja.
A esto se suma la incertidumbre comercial con EE.UU. El presidente Donald Trump, desde su campaña para regresar a la Casa Blanca, viene amenazada con imponer un arancel del 25% a los vehículos europeos, lo que afectaría gravemente a la industria alemana, que exportó más de 84.000 autos eléctricos a EE.UU. en 2022.
Si esta medida se implementa tal cual lo anunciado por Trump, los fabricantes europeos podrían ver reducidas drásticamente sus exportaciones, afectando la rentabilidad del sector.
Desafíos para la industria
A pesar del alivio regulatorio, la industria europea enfrenta desafíos críticos. La prohibición de venta de autos a combustión a partir de 2035 sigue en pie, y las inversiones en infraestructura de baterías y minerales críticos son insuficientes para competir con China y EE.UU. La Comisión Europea presentará, a la brevedad, un plan de acción para abordar estos puntos.
Según Josep Maria Recasens, presidente de la patronal Anfac y director general de Renault Group, “se deben adoptar medidas urgentes para garantizar que la industria automotriz europea pueda competir en igualdad de condiciones”. En esta línea, se barajan propuestas como un plan de subsidios paneuropeo y un mecanismo de compensación de emisiones a largo plazo.
Ganadores y perdedores
Entre los beneficiados por la medida están fabricantes como Stellantis y la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi, quienes, si bien habían hecho esfuerzos en electrificación, enfrentaban sanciones significativas. Stellantis, por ejemplo, había invertido EUR 30.000 millones (US$ 32.500 millones) en plataformas electrificadas y software.
Los grandes perjudicados son los fabricantes exclusivos de autos eléctricos, como Tesla y Polestar. Estas empresas solían beneficiarse vendiendo sus bonos de emisiones a otros fabricantes para ayudarlos a cumplir con la normativa. Con la moratoria, esta fuente de ingresos se reduce drásticamente.
Futuro incierto
Si bien la moratoria da un respiro a la industria, también posterga la solución de un problema estructural. La transición hacia la electrificación sigue siendo un desafío para Europa, que debe equilibrar sus objetivos ambientales con la sostenibilidad de su industria automotriz. Las futuras reuniones serán claves para determinar los próximos pasos y el impacto de estas decisiones en el mercado global.
Además, la industria debe resolver otros problemas estructurales, como la infraestructura de carga para vehículos eléctricos, la disponibilidad de materiales críticos como el litio y el cobalto, y la necesidad de una política industrial más activa para fomentar la producción local de baterías. Sin una estrategia clara, Europa corre el riesgo de quedarse rezagada en la carrera global por la movilidad sostenible.
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