Buenos Aires (AT) – Ubicado en el corazón del Valle Verzasca, al sur de Suiza, Corippo estuvo a punto de desaparecer hace poco tiempo. En 2019, solo quedaban nueve personas viviendo en el pueblo, todas mayores de edad. El municipio más pequeño del país se enfrentaba a un destino previsible: convertirse en un pueblo fantasma.
Con una sola calle angosta que lo conecta al mundo exterior, Corippo parecía congelado en el tiempo. Sus casas de piedra, típicas de la región, daban testimonio de una historia que se remontaba más de siete siglos. En 1850, Corippo tenía 315 habitantes. Desde entonces, la caída de la agricultura rural y la migración hacia ciudades provocaron un éxodo continuo. La pandemia, que vació incluso los lugares más transitados, lo dejó aún más desierto. Quien lo recorría en ese entonces, apenas escuchaba el tañido del campanario como único signo de vida.
Frente a ese escenario, nació una propuesta distinta: transformar el pueblo en un “Albergo Diffuso”, un modelo nacido en Italia que propone reconvertir casas antiguas en habitaciones de hotel dispersas. En 2022, Corippo se convirtió en el primer pueblo suizo en adoptar este formato.
De aldea olvidada a destino turístico singular

La iniciativa partió de la Fondazione Corippo, una organización del lugar orientada a preservar el patrimonio. En lugar de construir nuevas instalaciones turísticas, propusieron restaurar las viviendas abandonadas y convertirlas en alojamientos estilo bed and breakfast. Así surgió “Corippo Albergo Diffuso”, con diez habitaciones ubicadas en distintas partes del pueblo.
La propuesta incluye también una hostería —un restaurante tradicional— que ofrece platos típicos del sur alpino. Cocina con inspiración italiana, pero elaborada con técnicas francesas. Las comidas se sirven en una terraza amplia, rodeada por la arquitectura original del pueblo y el paisaje de montaña.
El modelo permitió atraer turismo sin modificar la esencia del lugar. El pueblo conserva su apariencia original gracias a que está protegido por leyes patrimoniales. No hay construcciones nuevas. No hay carteles luminosos ni grandes estructuras. Solo casas de piedra restauradas con cuidado.
El alojamiento funciona todo el año. La temporada alta comienza en Pascua y se extiende durante el verano. Según contó Désirée Voitle, una de las responsables del proyecto junto con su pareja Jeremy Gehring, la mayoría de los visitantes quieren volver. Algunos ya lo hicieron. Ellos mismos viven allí junto a sus tres hijos, quienes se convirtieron en los habitantes más jóvenes de Corippo.
“Escuchamos sobre el proyecto por la radio y decidimos postularnos para administrarlo”, explicó Voitle. Hoy, su familia está integrada por completo a la comunidad y a la vida del valle.
Turismo con historia y naturaleza

La propuesta de Corippo no se limita al hospedaje. Forma parte de un entorno natural atractivo para quienes buscan actividades al aire libre. El Valle Verzasca, de 25 kilómetros de extensión, ofrece senderismo, campamentos y ciclismo de montaña. Es un lugar ideal para recorrer a pie o en auto, siguiendo el curso del río color jade que atraviesa el valle y sus cascadas.
Uno de los sitios más conocidos es el Ponte dei Salti, un puente de piedra sobre el río Verzasca. Es un punto clásico para nadar durante el verano. A pocos minutos de allí se encuentra la presa del Verzasca, famosa por aparecer en la película GoldenEye, de la saga James Bond. Desde esa misma estructura se puede hacer un salto de bungee de 220 metros.
Los pequeños pueblos que rodean Corippo, muchos de los cuales también enfrentan desafíos de despoblación, comparten el mismo encanto: construcciones antiguas, silencio, caminos angostos y una forma de vida pausada. Las caminatas por los senderos del valle muestran flores alpinas, grutas naturales y vistas panorámicas. En las grotto, tabernas locales, se puede probar polenta, risotto y otros platos típicos del cantón de Ticino, donde se encuentra Corippo.
Un modelo para otras regiones

La recuperación de Corippo funciona también como ejemplo para otras comunidades rurales que enfrentan el despoblamiento. La experiencia demuestra que, sin grandes obras ni inversiones masivas, es posible revitalizar una zona con base en su propia historia y patrimonio.
El modelo de Albergo Diffuso apuesta a un turismo más consciente, menos invasivo y más conectado con el entorno. A diferencia de los resorts, que tienden a aislarse de las comunidades, aquí los visitantes se alojan en medio del pueblo. Comparten calles, plazas y paisajes con los residentes. Esa convivencia, breve pero real, forma parte del atractivo.
El proyecto recibió apoyo institucional y financiación para restaurar las casas. Los ingresos del turismo ayudan a sostener la infraestructura local y generan empleo. Pero los impulsores del plan insisten en que el objetivo principal no es económico, sino cultural. Buscan que Corippo no se convierta en una postal vacía, sino en un pueblo vivo, aunque pequeño.
Corippo sigue siendo un sitio de difícil acceso. No hay estaciones de tren. No hay grandes comercios. Su atractivo reside, justamente, en eso: en ofrecer una experiencia distinta. Para algunos, es una escapada del ritmo urbano. Para otros, es una oportunidad para conocer una parte de Suiza menos conocida.
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