Buenos Aires (AT) – Lars Klingbeil llegó al cargo de ministro de Finanzas de Alemania en un momento tan delicado como decisivo. Luego de las elecciones anticipadas de febrero, en las que el Partido Socialdemócrata (SPD) sufrió su peor derrota en décadas, el ascenso del joven político sorprendió incluso dentro de su propio espacio. A pesar de haber sido uno de los principales referentes de campaña, Klingbeil no fue responsabilizado públicamente por los malos resultados, sino que emergió como una figura de recambio, capaz de encarnar una nueva etapa dentro del SPD.
El canciller Friedrich Merz, líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), integró a Klingbeil a su gobierno en una fórmula de coalición inusual, donde el SPD —en calidad de socio menor— logró controlar siete ministerios clave, incluido el de Finanzas. De este modo, Klingbeil se convirtió en uno de los hombres más poderosos de Alemania y, por su cartera, de Europa.

Del rock al Bundestag: un perfil atípico
Klingbeil nació en 1978 en Soltau, Baja Sajonia, y creció en la localidad de Munster, conocida por su base militar. Hijo de un suboficial del ejército y de una empleada de comercio, se mantuvo alejado de la carrera militar y eligió otro camino: estudió Ciencias Políticas en Hannover, fue becario en Nueva York durante los atentados del 11 de septiembre y participó de bandas de rock en su adolescencia, lo que él mismo considera una fuente de equilibrio personal hasta hoy.
Ingresó al Bundestag con apenas 27 años. Su estilo, considerado empático y conciliador, le permitió tejer vínculos amplios en un partido históricamente fragmentado. “Es muy sociable, lo cual a veces lleva a subestimarlo. Pero detrás de ese tono amable hay un operador político de peso”, dijo Ralf Stegner, diputado del SPD y uno de los pocos que han trabajado con Klingbeil durante más de dos décadas.

Una economía estancada y menos ingresos fiscales
El nuevo ministro llega con la misión de pilotear una transformación fiscal histórica. En su primera semana en funciones, Klingbeil reconoció públicamente que el gobierno espera recaudar EUR 33.300 millones (US$ 37.100 millones) menos en impuestos entre 2025 y 2029, en comparación con las proyecciones anteriores. La cifra, publicada por el Ministerio de Finanzas, refleja el impacto de la desaceleración económica y de las medidas de alivio fiscal implementadas en los últimos años.
Klingbeil sostuvo que no habrá margen para nuevos recortes en áreas sensibles. En cambio, propuso impulsar el crecimiento como vía principal para recomponer las cuentas públicas: “El objetivo no es ajustar, sino crecer. El crecimiento es el camino para generar nuevos márgenes fiscales”, declaró en una conferencia de prensa en Berlín.

Un giro radical en la política de endeudamiento
La coalición de gobierno aprobó en marzo un paquete de inversiones por más de 500.000 millones de euros, con financiamiento mixto público-privado. Esto incluye la creación de un fondo especial para infraestructura, digitalización y transición energética. El proyecto supone una ruptura con la tradicional “Schuldenbremse” o freno constitucional al endeudamiento, instaurado en 2009.
Para el SPD, que llevaba años reclamando mayor margen fiscal, la negociación fue un triunfo. Klingbeil fue clave en ese acuerdo, al lograr el respaldo del canciller Merz para levantar parcialmente esa restricción. Según fuentes del Bundestag, su rol en las conversaciones lo posicionó como el nuevo rostro del partido.

Un gabinete bajo su sello
Klingbeil no solo impuso su impronta en el programa económico. También fue artífice de una renovación interna dentro del SPD: ubicó en cargos estratégicos a referentes jóvenes y progresistas, provenientes de distintas corrientes internas, en un esfuerzo por contener tensiones. Entre los más destacados está Boris Pistorius, quien continúa como ministro de Defensa tras haber sido uno de los funcionarios más valorados del gobierno anterior.
Un legislador del ala izquierda del partido, que pidió reserva, dijo al medio Politico que “Klingbeil armó una red amplia para blindarse. Se aseguró de que incluso sus opositores internos tengan algo que perder si él fracasa”.

Sin experiencia técnica, con respaldo político
Uno de los puntos débiles del nuevo ministro es su falta de experiencia en gestión pública. Klingbeil proviene de la política partidaria y del parlamento, pero no ha dirigido previamente una administración ni un ministerio. Su decisión de delegar aspectos técnicos en funcionarios de carrera generó reparos en el propio Ministerio de Finanzas. Según el diario Handelsblatt, algunos asesores temen que esta estrategia no alcance para afrontar las complejidades del cargo.
Sin embargo, Klingbeil ya dio señales de que buscará rodearse de expertos con peso propio, al designar a Martina Weidenhagen, economista reconocida por su trabajo en políticas redistributivas, como jefa de asesores fiscales.

Presión europea y tensiones externas
Además del frente interno, el vicecanciller deberá rendir examen en Bruselas. En su primer encuentro con los ministros de Finanzas de la Unión Europea, Klingbeil fue consultado por las metas de déficit y el cumplimiento de las reglas fiscales del bloque. En una respuesta cautelosa, dijo: “Este es mi quinto día en el cargo. Les pido comprensión. Estas cuestiones se resolverán en las próximas semanas”.
La presión aumentó luego de que Alemania anunciara un programa de reindustrialización con subsidios directos a empresas, lo que generó preocupación en otros socios europeos. El ministro insiste en que el país puede impulsar su crecimiento sin vulnerar los acuerdos comunitarios, aunque todavía no presentó un plan detallado de convergencia fiscal.
Un liderazgo en construcción
El estilo de Klingbeil dista del de sus predecesores en Finanzas, como Wolfgang Schäuble u Olaf Scholz, conocidos por su rigurosidad técnica. En cambio, Klingbeil apuesta por una conducción más política, basada en consensos internos, una narrativa de renovación y un pragmatismo de corte generacional. Su capacidad para sostener esta estrategia frente a las múltiples presiones que lo rodean será clave para el éxito —o el fracaso— de esta nueva etapa del SPD.
Lars Klingbeil enfrenta el mayor desafío de su carrera en el corazón de la política económica alemana. Con un perfil poco convencional y un mandato ambicioso, deberá combinar visión, equilibrio y capacidad de gestión para atravesar uno de los momentos más exigentes para Alemania desde la reunificación. El margen de error es escaso, pero el impacto potencial de su gestión podría marcar una era.

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