Buenos Aires (AT) – La ciudad de Eisenhüttenstadt, ubicada al este de Alemania y con una historia profundamente marcada por el comunismo, enfrenta un desafío crítico: revertir décadas de despoblación. Su respuesta no pasa por lamentos ni discursos nostálgicos, sino por una propuesta concreta. El municipio ofrece a nuevos residentes la posibilidad de probar la vida allí por dos semanas, con vivienda gratuita, contacto con empleadores locales y actividades recreativas. Todo en el marco del 75º aniversario de la ciudad.
La estrategia, llamada Probewohnen (vivir a prueba), forma parte de una política más amplia para atraer personas jóvenes y activas que puedan revitalizar el tejido económico y social. Años atrás, el actor Tom Hanks visitó el lugar y lo describió como “fascinante”. Adquirió incluso un auto Trabant que envió a Los Ángeles como recuerdo. Sin embargo, más allá del encanto visual, el principal atractivo hoy es la posibilidad concreta de un nuevo comienzo.
Una ciudad modelo que lucha contra la despoblación
Eisenhüttenstadt, cuyo nombre significa “Ciudad de la Industria del Acero”, fue concebida como un experimento socialista. Fundada en 1950 bajo el nombre de Stalinstadt, se construyó junto a una gran acería estatal. Fue la primera ciudad planificada en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Su diseño urbano, con edificios neoclásicos, amplias avenidas y espacios verdes, sigue siendo un ejemplo de planificación urbana de la antigua República Democrática Alemana (RDA).

Durante décadas, la ciudad giró alrededor de su planta siderúrgica. En su momento de mayor auge, el complejo llegó a emplear a más de 11.000 personas. Con la reunificación alemana y la privatización de la planta, el número de trabajadores se redujo a 2.500. Hoy pertenece al grupo multinacional ArcelorMittal, que impulsa una transición hacia el acero “verde”, con menor huella de carbono.
La población cayó drásticamente desde los años noventa. De los 53.000 habitantes que vivían allí antes de la caída del Muro de Berlín, quedan menos de 25.000. Muchos jóvenes se fueron en busca de empleo y mayores oportunidades en otras ciudades alemanas. Las construcciones prefabricadas de las afueras fueron demolidas al quedar vacías. Sin embargo, los edificios históricos del centro, con patios internos arbolados y juegos para niños, fueron renovados y ahora lucen en buen estado.
Incentivos concretos: vivienda, trabajo y comunidad
La propuesta Probewohnen contempla alojamiento gratuito en departamentos amueblados durante dos semanas de septiembre. Las personas seleccionadas podrán reunirse con potenciales empleadores, participar en encuentros sociales con vecinos en bares locales y realizar excursiones por la zona boscosa que rodea la ciudad, cercana a la frontera con Polonia.

Julia Basan, funcionaria de desarrollo económico municipal y responsable del programa, informó que ya se recibieron más de 500 solicitudes antes de la fecha límite del 5 de julio. Las consultas llegaron incluso en idiomas como pashto, y entre los interesados figura una familia estadounidense con siete integrantes. Las autoridades priorizan a personas con ciudadanía europea, conocimientos de alemán y perfiles laborales adecuados, pero no descartan a quienes cumplan con los requisitos legales y muestren interés genuino.
La intención, según el alcalde Frank Balzer, es asegurar el futuro de las empresas locales y mantener viva la identidad de la ciudad. Tanto él como Basan son descendientes de familias que habitan Eisenhüttenstadt desde sus comienzos. En su visión, la ciudad fue construida por pioneros y necesita nuevos pioneros para reinventarse.
Axel Drieschner, curador del museo local “Utopía y Vida Cotidiana”, remarcó que los intentos por diversificar la economía más allá del acero no dieron los resultados esperados. Para él, el espíritu fundacional aún persiste, y puede aprovecharse para diseñar un nuevo horizonte.
Retos sociales, económicos y políticos
Eisenhüttenstadt ofrece ventajas objetivas. El alquiler ronda los EUR 6,50 por metro cuadrado, una cifra impensada en ciudades como Berlín. El entorno es tranquilo, con buena conectividad, naturaleza cercana y baja criminalidad. La ciudad es ideal para familias jóvenes y profesionales que trabajan en forma remota o buscan calidad de vida sin el ritmo vertiginoso de los grandes centros urbanos.

Sin embargo, no todo es idílico. Las heridas del pasado comunista y las tensiones sociales del presente conviven. El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo cerca del 40% de los votos en las elecciones generales de febrero. Sus discursos contra inmigrantes y contra el apoyo a Ucrania generan rechazo en sectores progresistas y alejan a posibles nuevos pobladores.
El joven afgano Shakib, de 19 años, llegó en 2015 y estudia para ser paramédico. Según cuenta a The Guardian, el lugar ofrece oportunidades, pero también enfrenta expresiones de racismo por parte de personas mayores y jóvenes. A pesar de todo, decidió quedarse y aportar al sistema de salud local, necesitado de personal capacitado.
El politólogo Daniel Kubiak, de la Universidad Humboldt de Berlín, compara la situación de Eisenhüttenstadt con la del nordeste inglés o el sur de Italia. Para él, programas como Probewohnen pueden romper estigmas y mostrar que la vida allí no es tan dura como muchos creen. Las posibilidades del teletrabajo y la expansión de internet de alta velocidad son clave para atraer a una nueva generación.
En septiembre, justo después de la experiencia Probewohnen, se realizarán elecciones municipales. Las autoridades locales confían en que, más allá del ruido electoral, la ciudad podrá mostrar su mejor cara a quienes estén dispuestos a probar una vida distinta.
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