Buenos Aires (AT) – El mundo comercial cambió. La guerra de aranceles impulsada por Donald Trump alteró el equilibrio global y empujó a los principales actores económicos a redefinir sus alianzas. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó en diálogo con POLITICO que “en un entorno global cada vez más impredecible, los países hacen fila para trabajar con Europa“.
Su diagnóstico no es casual. Desde abril, Estados Unidos impone tarifas del 20 % sobre productos europeos y mantiene una tasa general del 10 % para la mayoría del mundo. Exportaciones clave como acero, aluminio y automóviles están sujetas a aranceles del 25 %. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), de reinstalarse las tarifas recíprocas, el comercio global podría caer un 1,5 % este año, con América del Norte como principal afectada.

Europa como socio confiable
Ante este panorama, la Unión Europea se posiciona como un bloque estable, con reglas claras y voluntad de apertura. Von der Leyen destacó que ha mantenido conversaciones con líderes de Islandia, Nueva Zelanda, Malasia, Filipinas, Canadá, India y Emiratos Árabes Unidos, todos interesados en cerrar acuerdos con un socio previsible. Según el último Eurobarómetro, el 74 % de los ciudadanos de la UE respalda la permanencia en el bloque, el nivel más alto en 40 años. “En medio del caos, Europa se mantiene firme, anclada en sus valores y preparada para moldear lo que viene”, sostuvo.

Mercosur: una ventana sudamericana
En este contexto, el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur cobra un nuevo sentido. Firmado en términos generales en 2019 tras 20 años de negociaciones, aún resta su ratificación definitiva. Pero el contexto internacional podría acelerar el proceso. El embajador de la Unión Europea en el Cono Sur, Amador Sánchez Rico, explicó en diálogo con Argentinisches Tageblatt que “efectivamente la incertidumbre en torno a la cuestión arancelaria puede convertirse en una gran oportunidad para el acuerdo UE-Mercosur”.
Según Sánchez Rico, el acuerdo reafirma “el valor geopolítico del vínculo entre socios confiables” y representa “una apuesta a mercados y comercio abierto, que desbloquea nuevas oportunidades para el comercio y la inversión, para la creación de empleo y el fortalecimiento de cadenas de suministro”. El diplomático agregó: “Bajando aranceles y proporcionando seguridad jurídica y previsibilidad para las empresas, el acuerdo apoyará el crecimiento económico, impulsará la competitividad y reforzará la resiliencia de ambas partes”.

Beneficios y resistencias
El tratado UE-Mercosur permitiría reducir aranceles hasta en un 91 % y favorecería el ingreso de productos industriales y agrícolas a ambos lados del Atlántico. Para el Mercosur, significaría acceso más amplio a tecnología, maquinaria, medicamentos y vehículos europeos. Para la UE, se abriría el mercado de alimentos y materias primas del Cono Sur. Sin embargo, Francia, Italia y Polonia aún manifiestan reservas, en especial sobre la apertura del mercado agropecuario. Se teme que el ingreso de carne, azúcar o soja sudamericana afecte a los productores europeos. A pesar de esas resistencias, fuentes diplomáticas sostienen que podría avanzarse en una ratificación parcial o por capítulos.

China y la alternativa asiática
La otra gran apuesta europea es Asia. Si bien existen reparos hacia China por temas de derechos humanos, seguridad informática y espionaje industrial, la Cámara de Comercio de la Unión Europea en Beijing considera al país asiático como un socio previsible en términos comerciales. La relación con China es particularmente relevante para Alemania, y más aún para el estado de Baviera, cuya relación con las provincias chinas de Shandong y Guangdong es histórica. Empresas como Volkswagen, Siemens y BASF encabezan la presencia europea en China. Sin embargo, existe un cambio de clima: ante el endurecimiento del régimen chino, muchas firmas comienzan a explorar nuevos horizontes.

India: el nuevo foco de interés
India aparece como la alternativa más prometedora. En 2023, su economía creció un 6,5 %, superando a China, y su población se convirtió en la más grande del mundo. Empresas alemanas como Siemens ya invierten en el país, como el nuevo campus de tecnología médica en Bangalore, que generará 5.000 empleos. En Karnataka, más de 300 joint ventures funcionan con participación bávara. El ministro jefe de gabinete de Baviera, Florian Herrmann, y el primer ministro Markus Söder ya mantuvieron reuniones con autoridades indias para profundizar los lazos. Un acuerdo de libre comercio entre la UE e India se perfila como una vía para consolidar esta relación.

Canadá y México: acuerdos ya vigentes
Otro ejemplo de apertura exitosa es el tratado CETA con Canadá, vigente desde 2017, que generó un aumento del 44 % en el comercio bilateral. Aunque aún no fue ratificado por todos los parlamentos europeos, el acuerdo ya permitió mayor flujo de bienes industriales y alimentos. México, por su parte, también firmó un nuevo acuerdo con la UE que amplía el acceso a su mercado, en particular para vinos, lácteos y maquinaria europea. Ambas experiencias muestran que el libre comercio, cuando es equilibrado, tiene efectos positivos concretos.

Libre comercio vs. proteccionismo
La discusión de fondo es ideológica y práctica: ¿cerrarse o abrirse al mundo? Mientras Estados Unidos opta por una política proteccionista, Europa responde con tratados. Según la OMC, los acuerdos de libre comercio contribuyen a mejorar el acceso a productos, reducir precios y dinamizar las economías. Las zonas de libre comercio como la UE, EFTA o el futuro pacto con Mercosur apuntan a eliminar barreras y fomentar la cooperación. El libre comercio no es una solución mágica, pero ofrece una base estable para el crecimiento, siempre que se respeten estándares ambientales, sociales y laborales.
El panorama global está en transición, y Europa parece decidida a asumir un rol más activo. En un mundo dividido entre bloques y tensiones comerciales, la UE apuesta a la cooperación. El acuerdo con el Mercosur representa mucho más que una apertura de mercados: es una señal de confianza mutua entre regiones que comparten valores democráticos y desafíos comunes. La clave estará en mantener el equilibrio entre apertura comercial y protección de sectores sensibles. Y sobre todo, en demostrar que es posible crecer sin levantar muros. Como señaló el embajador Amador Sánchez Rico: previsibilidad, reglas claras y alianzas confiables pueden ser el camino más firme para enfrentar la incertidumbre.

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