Buenos Aires (AT) – Suiza, un país reconocido por su eficiencia y calidad de vida, se convierte en un modelo de excelencia en lo que respecta a la pureza de sus aguas. Desde los paisajes cristalinos del lago de Ginebra hasta los ríos que atraviesan sus ciudades, el país logra transformar su entorno acuático, y convertir lo que alguna vez fue una situación ecológica alarmante en un referente mundial de salud ambiental.
Según un artículo de The Guardian, la limpieza de sus cuerpos de agua no es solo una cuestión estética o de lujo, sino un resultado de décadas de esfuerzos por mejorar la calidad de vida de sus habitantes y proteger los ecosistemas.
La transformación del agua en Suiza

En los años 60, las aguas de Suiza estaban lejos de ser las más limpias. En ese entonces, muchos ríos y lagos sufrían graves problemas de contaminación debido al vertido de aguas residuales sin tratar y al impacto de la actividad industrial y agrícola. La situación era tan compleja que las autoridades tuvieron que prohibir el baño en varios ríos, incluidos los más emblemáticos, como el Aare y el Limmat. Las aguas estaban contaminadas con algas, espuma, residuos y peces muertos, lo que representaba un serio peligro para la salud pública.
El cambio comenzó con un trágico suceso en 1963 en Zermatt, un popular destino de montaña. Un brote de tifus, causado por la contaminación de las aguas, se cobró la vida de tres personas y dejó a 437 más enfermas. El episodio generó una gran alarma social, lo que llevó a las autoridades a tomar medidas drásticas. El gobierno suizo se vio presionado a poner en marcha reformas para limpiar las aguas del país, y fue entonces cuando se introdujo la ley de tratamiento de aguas residuales en 1971.
A partir de este punto, Suiza implementó un sistema de tratamiento de aguas que convirtió al país en un líder mundial en términos de calidad del agua. Hoy en día, el 98% de la población está conectada a una planta de tratamiento de aguas residuales, un logro que ha permitido que Suiza sea conocida por sus “aguas azules”, un término que refleja la pureza de sus lagos y ríos.
La tecnología de purificación

Una de las claves del éxito de Suiza en la mejora de la calidad del agua es su red avanzada de plantas de tratamiento de aguas residuales. En 2016, Suiza se convirtió en el primer país en introducir legislación para tratar los micropolutantes, que son sustancias químicas como fármacos, antibióticos y productos cosméticos, que, aunque no son visibles en el agua, representan un riesgo para la salud humana y el medio ambiente.
El tratamiento de los micropolutantes fue una prioridad para las autoridades suizas. Las plantas de tratamiento de aguas en el país no solo eliminan residuos orgánicos, sino que también filtran productos químicos como los medicamentos y las hormonas. En Ginebra, por ejemplo, la planta de tratamiento de Villette filtra 250 litros de agua por segundo, utilizando un proceso que comienza con la eliminación de basura, grasas y arena, para luego pasar por un proceso de tratamiento biológico en grandes estanques de bacterias que eliminan los desechos orgánicos. El siguiente paso implica pasar el agua por carbón activado, que actúa como una esponja, absorbiendo los micropolutantes.
Esta tecnología avanzada no solo mejora la calidad del agua, sino que también la prepara para su uso recreativo. El proceso de tratamiento de aguas en Suiza es tan efectivo que permite que los ciudadanos naden en lagos como el de Ginebra, que se ha convertido en un popular destino para los turistas.
Un estilo de vida saludable

El acceso a agua limpia en Suiza beneficia el medio ambiente y también tiene un impacto positivo en la vida diaria de sus habitantes. Los ciudadanos disfrutan de las aguas cristalinas de los lagos y ríos, que son ideales para nadar, pescar o simplemente relajarse. En lugares como el lago de Ginebra, es común ver a personas de todas las edades nadando o disfrutando de actividades acuáticas, lo que refleja un estilo de vida saludable y activo.
René Rottenberg, un ginecólogo retirado de 75 años, le comentó a The Guardian que cada semana nada en las aguas del lago, sin importar la temporada. Para él, nadar en el agua limpia del lago es un lujo que no tiene precio. “Es simplemente tan divertido”, comenta, mientras disfruta del paisaje que rodea el agua. Junto a él, personas de diferentes profesiones, como dentistas, secretarios, jueces y maestros, se lanzan al agua durante su hora de almuerzo, desafiando el frío y disfrutando de un baño reparador.
El acceso a agua limpia también tiene un valor social. Los miembros del club de natación “Les Givrés” se reúnen con regularidad para nadar y compartir un momento de amistad. La actividad acuática se convierte en una excusa para establecer conexiones sociales. Pascal Baudin, otro miembro del club, subraya que, al dejar de trabajar, la natación se ha convertido en una forma esencial de mantener su vida social activa. “Si no tienes amigos, te encierras en tu casa y te deprimes. Aquí está la medicina ideal: agua fría y amigos”, dice Baudin.
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