Buenos Aires (AT) – “Tanz im Varieté”, obra del expresionista alemán Ernst Ludwig Kirchner, se había dado por perdida tras ser confiscada por el régimen nazi. Sin embargo, la obra reapareció este año en una casa de subastas de Berlín y causó sensación en el mundo del arte.
La pintura, fechada en 1911, representa a una pareja bailando cakewalk en una fiesta llena de gente. El cakewalk era una danza popularizada por los afroamericanos a principios del siglo XX.
La obra pertenecía a un diseñador de joyas en 1944. Para protegerla de los nazis, la escondió en una caja fuerte en una granja del campo. La caja fue encontrada en 1945, pero la pintura había sufrido daños por una bala y una bayoneta.
Tras la guerra, la obra fue restaurada y regalada a los hijos del propietario en 1980. Los anteriores propietarios, que han optado por mantener el anonimato, decidieron finalmente venderla en subasta.
Un regreso triunfal
A pesar de los daños visibles en el reverso, “Tanz im Varieté” se vendió por la suma de EUR 6.95 millones (5.87 millones de libras esterlinas) en Ketterer Kunst, superando con creces las expectativas de la casa de subastas.
“La obra ha estado literalmente esperando entre bastidores en la historia del arte durante un siglo para salir a la luz”, dijo Ketterer Kunst. “Es un homenaje a la edad de oro de los artistas que, antes de la Primera Guerra Mundial, extasiaban al público con sus bailes de espectáculo”.
Kirchner: un artista perseguido
Ernst Ludwig Kirchner nació el 6 de mayo de 1880 en Aschaffenburg, Alemania. Estudió arquitectura en la Universidad Técnica de Dresde entre 1901 y 1905. Durante estos años, formó el grupo de artistas “Die Brücke” en 1905 junto a Fritz Bleyl, Erich Heckel y Karl Schmidt-Rottluff.
Este colectivo buscaba romper con las tradiciones académicas del arte y explorar nuevas formas de expresión, inspirándose en la naturaleza y en la vida moderna. “Die Brücke” se convirtió en un semillero de innovación artística, promoviendo un estilo que se caracterizaba por colores vivos, líneas audaces y una representación subjetiva de la realidad.
La primera década del siglo XX fue un periodo de intensa actividad creativa para Kirchner y sus compañeros. Sus obras de este periodo reflejan una influencia del arte primitivo y de los movimientos vanguardistas europeos. Kirchner desarrolló un estilo distintivo marcado por figuras alargadas y distorsionadas, colores contrastantes y una energía vibrante que capturaba la agitación de la vida urbana.
Sus pinturas, como “Calle de Berlín” y “Cinco Mujeres en la Calle”, ofrecen una visión crítica de la modernidad, mostrando la alienación y el frenesí de la vida en la metrópolis. Estos cuadros no solo son testimonio de su habilidad técnica, sino también de su aguda observación social.
La Primera Guerra Mundial marcó un punto de inflexión en la vida de Kirchner. Se ofreció voluntario para el servicio militar, pero fue dado de baja debido a problemas de salud. La experiencia bélica y sus consecuencias, incluyendo una crisis nerviosa y una adicción a la morfina, tuvieron un profundo impacto en su obra.
Durante la década de 1920, Kirchner se trasladó a Davos, Suiza, buscando recuperarse y encontrar un nuevo equilibrio. Su arte durante este periodo muestra una evolución hacia formas más abstractas y colores más serenos, reflejando su entorno montañoso y una búsqueda de paz interior.
Legado y reconocimiento
La llegada del nazismo al poder en 1933 fue devastadora para Kirchner y muchos otros artistas de vanguardia. Su obra fue catalogada como “arte degenerado” por el régimen nazi, y más de 600 de sus piezas fueron confiscadas de museos alemanes. Esta persecución intensificó su sensación de aislamiento y desesperanza.
Ernst Ludwig Kirchner se suicidó el 15 de junio de 1938 en Davos. Dejó un legado que no sería plenamente reconocido hasta después de su muerte. Hoy, sus obras son celebradas en museos y galerías de todo el mundo, y su influencia en el arte moderno es innegable.
Hacé tu comentario